La violencia marcó, principalmente, la última semana de la protesta, que dejó seis muertos (cuatro policías y dos civiles) en operativos de desbloqueo (ejecutados por policías y militares) en Llallagua, Potosí, y en el departamento de Cochabamba.
El Ministerio de Gobierno denunció que en el caso de Llallagua actuaron francotiradores y que por eso hay policías asesinados por impactos de arma de fuego.
En los violentos enfrentamientos, emboscadas o ataques, también fueron lesionadas muchísimas personas. La ministra de Salud, María Renée Castro, informó este domingo que, hasta la fecha, se reportaron 203 heridos, entre efectivos policiales, profesionales sanitarios y civiles.
Señaló que hubo una serie de hechos violentos sin precedentes y que los bloqueadores, incluso, atacaron establecimientos de salud, ambulancias, agredieron a personal de salud e impidieron la atención médica y el abastecimiento de insumos esenciales.
Por estos hechos, el expresidente Evo Morales y el evismo en general fueron centro de una “avalancha” de cuestionamientos.
Sin embargo, el exmandatario (que ahora enfrenta un nuevo proceso judicial por este conflicto), intenta desvincularse de los bloqueos que sus seguidores realizaron, según sus voceros, en demanda de la renuncia del presidente Luis Arce por la crisis económica, aunque el Gobierno identificó a Morales como el impulsor de la protesta para forzar su nueva candidatura presidencial.
Morales aseguró este domingo que es “enemigo de los bloqueos” y, para evadir su presunta responsabilidad, habló de un supuesto “montaje”.
“Estoy convencido de que lo que pasó ya estaba bien montado para acusar al movimiento campesino. Entonces entran a vengarse y a militarizar. Según la prensa, fue un disparo certero a la cabeza (…) si es así, son francotiradores”, afirmó.