Los llamados cotidianamente alimentos blancos pueden formar parte de la dieta pero se recomienda que se consuman de manera moderada ya que su exceso podría causar diferentes problemáticas para la salud.
Sal de mesa
La sal refinada o de mesa es cloruro de sodio procesado y, en su versión clásica, no aporta ningún nutriente, según señala la Fundación Española de la Nutrición.
Por su parte, la Sociedad Española de la Nutrición en su artículo “Relación entre consumo de sal e hipertensión arterial” señala que una elevada ingesta de sodio durante un largo periodo se asocia a un aumento del ácido úrico y de la excreción de albúmina en la orina, dos grandes marcadores de daño endotelial vascular.
Azúcar blanco
Este es otro de los alimentos blancos que debería consumirse en dosis pequeñas. Esto se debe a que aporta únicamente hidratos de carbono simples y carece de otros nutrientes como vitaminas, minerales o proteínas, es decir que brinda calorías vacías.
Cuando el consumo de calorías vacías es muy alto, aumenta el riesgo de padecer sobrepeso. Por otra parte, citando datos publicados en Harvard Health Publishing, la ingesta excesiva de azúcar puede repercutir en la aparición de diabetes así como también aumentar la presión sanguínea y aumentar la inflamación crónica, dos marcadores de riesgo de enfermedades cardíacas.
Leche de vaca
Algunos nutricionistas desaconsejan el consumo de leche tras los primeros años de vida. Esto se debería a que algunos estudios a lo largo de los últimos años han sugerido que una ingesta considerable de leche tendría una asociación directa con un aumento del riesgo de fracturas e incluso, muerte. De todos modos, no existe evidencia sólida la respecto. De hecho, la mayor parte de los ensayos aseguran que es positiva para la salud.
Los investigadores que defienden dichas teorías creen que esto podría deberse a su contenido de lactosa, producto que podría generar un malestar conocido como intolerancia a la lactosa, además de incrementar el estrés oxidativo que se relaciona con envejecimiento y enfermedades degenerativas. Sin embargo, los datos no son concluyentes, por tanto hay que ser cautelosos en la interpretación de los mismos.
Harinas refinadas
¿Sabías que el proceso de refinamiento hace que los cereales pierdan su fibra natural y una parte de sus nutrientes? Así, las harinas refinadas empeorarían el estreñimiento; por este motivo, se suele recomendar su sustitución por harinas integrales en las dietas de las personas que lo padecen de forma crónica.
Además, la Revista Nutrición Hospitalaria ha señalado que el consumo excesivo de harinas refinadas contribuiría al aumento de la retención de líquidos y el sobrepeso. Incluimos también en este apartado todos aquellos derivados de los cereales y sus harinas que son tan habituales en los menús diarios: pasta, pan, bollería, masas, bizcochos, etc.
Margarina
La mantequilla es un alimento natural; sin embargo, la margarina es una creación artificial a base de aceites vegetales. Estos se someten a varios procesos para obtener una textura sólida, blanquearse, conservarse y obtener un color más amarillo y más sabor.
La margarina es tan calórica como la mantequilla pero contiene una menor cantidad de nutrientes, motivo por el cual a veces merece la pena preguntarse si realmente es preferible su consumo. Ante cualquier duda al respecto, consulta con tu médico.
En resumen, el consejo de los especialistas no es evitar completamente el consumo de los alimentos blancos sino moderarlo. Es decir que puedes consumirlos pero siempre en su justa medida.