Efectos del sedentarismo: ¿Cuántas horas pasas frente a las «pantallas»?

Agencias
En un mundo donde la tecnología ha revolucionado la forma en que trabajamos, nos comunicamos y entretenemos, el sedentarismo se ha convertido en un enemigo invisible, pero extremadamente peligroso. Aunque muchos creen que hacer ejercicio ocasionalmente compensa estos períodos de inactividad, la realidad es mucho más compleja. Estudios recientes muestran que incluso las personas activas físicamente no están completamente a salvo de los riesgos asociados con el sedentarismo.
El sedentarismo está vinculado a una serie de problemas de salud, desde enfermedades cardíacas hasta trastornos metabólicos. Pero lo más alarmante es que estos efectos adversos no son exclusivos de los adultos mayores; los jóvenes también están en riesgo. La falta de movimiento afecta negativamente al sistema cardiovascular, reduce la eficiencia del metabolismo y contribuye a la acumulación de grasa corporal, especialmente alrededor de la cintura.
Además de los efectos físicos, el sedentarismo tiene un impacto significativo en la salud mental. Pasar demasiadas horas sentado puede llevar a una disminución de la función cognitiva y aumentar el riesgo de depresión y ansiedad. La falta de movimiento limita la producción de endorfinas, las hormonas que mejoran el estado de ánimo, y puede contribuir a una sensación general de fatiga y falta de motivación. En otras palabras, mantenerse inactivo no solo afecta el cuerpo, sino también la mente, creando un ciclo vicioso de inactividad y malestar mental.
IMPACTO EN LA SALUD
CARDIOVASCULAR
El corazón es uno de los órganos más afectados por el estilo de vida sedentario. La falta de actividad física regular puede llevar a una disminución de la capacidad cardíaca y al endurecimiento de las arterias, condiciones que aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Un corazón que no se ejercita regularmente se vuelve menos eficiente, lo que significa que debe trabajar más para bombear sangre por todo el cuerpo. Esto puede llevar a hipertensión, insuficiencia cardíaca y, en casos extremos, ataques cardíacos.
Además, la inactividad prolongada está relacionada con niveles más altos de colesterol LDL, conocido como «colesterol malo», y niveles más bajos de colesterol HDL, o «colesterol bueno». Este desequilibrio lipídico contribuye a la formación de placas en las arterias, lo que puede resultar en eventos cardiovasculares graves.
TRASTORNOS
METABÓLICOS
El sedentarismo no solo afecta al corazón, sino que también tiene consecuencias directas en el metabolismo. Cuando pasamos largos períodos inactivos, el cuerpo quema menos calorías, lo que puede llevar a un aumento de peso si no se ajusta la ingesta calórica. Este desequilibrio energético es un factor clave en el desarrollo de la obesidad, una condición que a su vez está relacionada con una serie de problemas de salud, incluyendo la diabetes tipo 2, enfermedades del hígado y ciertos tipos de cáncer.
Además, la inactividad física está relacionada con la resistencia a la insulina, una condición en la que las células del cuerpo no responden adecuadamente a esta hormona.
La insulina es crucial para regular los niveles de azúcar en la sangre, y cuando su eficacia se ve comprometida, los niveles de glucosa pueden aumentar, llevando eventualmente a la diabetes tipo 2. Esta enfermedad crónica no solo requiere un manejo constante, sino que también aumenta el riesgo de complicaciones graves como daño renal, problemas de visión y enfermedades cardiovasculares.
CONSECUENCIAS EN LA SALUD MENTAL
El impacto del sedentarismo no se limita al cuerpo; la mente también sufre. La falta de actividad física está vinculada a un aumento en los niveles de estrés, ansiedad y depresión. Cuando pasamos mucho tiempo sentados, especialmente frente a pantallas, reducimos nuestra exposición a la luz natural y limitamos nuestras interacciones sociales, ambos factores cruciales para mantener una salud mental positiva.
Además, la inactividad física puede llevar a una reducción en la producción de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, que son esenciales para regular el estado de ánimo.