La caída de Elba Terán González con 10 kilos de cocaína en Villa Tunari no es un hecho aislado, sino – según el analista en temas de seguridad Jorge Santistevan – es la evidencia de un sistema de clanes familiares que existen en el trópico de Cochabamba. Los cuales, respaldados por redes políticas y sindicales, han convertido la región, que es considerada el bastión del expresidente Evo Morales Ayma, en un centro neurálgico y estratégico del narcotráfico boliviano.
Pero para el experto Santistevan, la aprehensión solo confirma un fenómeno mayor, porque desnuda que en la región considerada la ‘republiqueta’ gobernada por Evo Morales y las seis federaciones del trópico de Cochabamba, los denominados clanes familiares que se dedican al negocio ilícito están más vigentes que nunca; es más, gozan de plena protección del poder político y sindical instalado en la zona, lo que les permite diversificar las actividades ligadas a la cadena de producción de estupefacientes.
“Estamos mirando un caso más de una familia que está dedicada al narcotráfico y es una de las 200 familias involucradas. ¿Qué significan esto? Son los clanes familiares, que están precisamente en su auge y que en ese territorio del Chapare, precisamente es donde tienen laboratorios, donde tienen fosas de maceración, las que nunca, las que nunca son intervenidas. Y cuando (los efectivos antidroga) entran a intervenir, ya no encuentran nada, ya no encuentran a nadie”, puntualizó.
Santistevan sostiene que estos grupos han consolidado un manto de impunidad gracias a sus vínculos con sindicatos cocaleros y con el poder político, incluso lo afirma a lo largo de la historia del MAS en el poder. Pusieron asambleístas en la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) y autoridades en diferentes reparticiones estatales, tal el caso del actual ‘zar antidrogas’, Jaime Mamani Espíndola, de quien asegura que es una cuota de poder de estos grupos que dominan el trasiego de drogas en el Chapare.
