Cuarenta años a los pies del santuario de la virgencita de Urkupiña y su devoción crece día a día, Rosa Quilla Castellón, es una artesana que vende “sueños, deseos y esperanzas” en las puertas del calvario.
Contó que cuando aún era jovencita llegó de los centros mineros y la necesidad de generar recursos la llevaron instalarse en un pequeño puesto, el cual fue creciendo con los años y actualmente es uno de los más grandes del lugar.
Aún recuerda cuando se instaló por primera vez, solo tenía una sombrilla y cajas de manzanas donde acomodó los pocos artículos con los que contaba.
Vendiendo sus artesanías sacó adelante a sus seis hijos, nunca faltó la comida en su mesa, por lo que Rosa es una mujer agradecida con la “mamita”, dos de sus hijos heredaron la habilidad para trabajar artesanalmente y son ellos quienes la apoyan.
Rosa no es una comerciante eventual, pues ella año redondo ofrece a los devotos peticiones para ser entregadas a la virgen. Desde billetes, maletas de viaje, títulos de propiedad, profesión, trabajo, certificados de matrimonio, bebés; es decir, todo deseo para que se hace realidad, a través de las miniaturas.
“Nosotros estamos aquí año redondo, todos los domingos se da misa e invitamos a toda la población a que vengan a escuchar la palabra del señor”, señaló.
Rosa además de ser una devota agradecida por las bendiciones que recibió y recibe, también vive, a través, de los milagros realizados a otras personas. Contó que mucha gente retorna; para agradecer a “la milagrosa” la petición cumplida, y le comparte su alegría que la hace suya. “La virgen me ha dado tantos milagros, como yo no voy a pedir por los demás”, señaló.

“MARÍA MILAGROSA”
“La mamita, María, la virgencita es muy milagrosa, digo con experiencia yo he palpado, por eso llegan los feligreses a decirle gracias”, expresó.
A dos semanas de la Fiesta de la Integración la gente empieza a llegar al santuario, traen consigo esperanzas y agradecimiento quienes ya obtuvieron un milagro.
Sin embargo, no solo empiezan a llegar los feligreses, sino también los comerciantes que durante el mes de agosto se instalan en puertas del calvario.
Artesanos de Santa Cruz, La Paz, Oruro entre otros departamentos llenan las faldas del santuario ofreciendo sueños a los visitantes. Rosa no siente molestia por ellos, pues los considera parte de su familia grande, incluso aseveró que cuando regresan a sus lugares de origen los extraña.
“Todos nos conocemos porque nosotros también viajamos a otros departamentos, uno debe buscar el pan de cada día”, expresó Rosa.

PANDEMIA Y DEVOCION
Rosa relató que el año pasado las ventas bajaron considerablemente, pues por el coronavirus la afluencia de gente se redujo, lo cual no le permitió vender como otros años. Por otro lado, la economía de quienes llegaron no fue la misma, por ello, solo compraron los deseos más importantes, la mayoría pidió por salud.
Espera que este año con la flexibilización de las restricciones las ventas mejoren y haya mayor cantidad de visitantes. “Soy realista, estamos en crisis y esto golpea a todos, pero la mamita es tan milagrosa que nos va a bendecir”, afirmó.

Piedras, minas y trabajo
Así como Rosa otras personas generan recursos en el calvario de la virgen de Urkupiña, es el caso de José quien desde que tenía 4 años acompañaba a su padre a fletar los combos para picar las piedras que se transforman en peticiones.
José ahora tiene 38 años y se considera un hombre de fe, él también llegó con sus padres gracias a la relocalización de las minas. Desde muy pequeño fue devoto de la “mamita” y ahora ese amor a la virgencita se lo transmite a sus hijos.
José trabaja fletando combos durante el mes de agosto y es pintor lo que resta del año, quienes quieran comunicarse con él pueden hacerlo al número 703-00924.
Tantos años observando las piedras que sacan los devotos le han enseñado a interpretar a estas. “El domingo vino una muchacha y sacó una piedra que tenía una forma diferente, le dije que tenía un dolor grande y debía superarlo, ella me contó que su hermana había fallecido”, dijo José.
