Durante semanas se habló y se discutió sobre estrictos protocolos en el mundo para facilitar el regreso del fútbol. Controles de temperatura, constante higiene, reducción de dotaciones al mínimo en cada estadio y canchas con puertas cerradas fueron algunas de las normativas que se repitieron en Alemania, Italia y España para que la actividad se reinicie. Sin embargo, en uno de los partidos más esperados alrededor del planeta desde que retornó la acción, un fanático burló todo tipo de protocolo.
A los siete minutos del segundo tiempo, un intruso con la camiseta de la selección argentina irrumpió en pleno campo de juego del Estadio Son Moix sin ser advertido por ningún agente de seguridad que de los que estaban apostados a los costados de la cancha.
Entró al césped, intentó sacarse una selfie con el defensor Jordi Alba y luego las cámaras de televisión dejaron de enfocarlo. La detención del juego se extendió por casi un minuto hasta que el árbitro decidió reanudar la acción entre Barcelona y Mallorca, que tuvo todos los ojos del mundo posados allí por la presencia de un rejuvenecido Lionel Messi.
Las cámaras de los fotógrafos presentes sí siguieron la escena y mostraron cómo lograron frenar al joven entre cinco agentes de seguridad, cuando el muchacho (que portaba la 10 de Messi en Argentina) intentaba acercarse al capitán del Barcelona.
En este nuevo orden mundial que rige, uno de los detalles que también llamó la atención fue que el joven no portaba tapabocas, aunque la gran pregunta que se posará ahora en torno a este hecho será comprender cómo hizo para quebrar los estrictos controles que se llevan a cabo los recintos de todas las ligas que ya habilitaron su actividad.
El plantel Blaugrana había entrado en cuarentena el 13 de marzo tras conocerse la suspensión del partido que debía afrontar por la Champions League. Casi dos meses más tarde, el 6 de mayo, Messi y compañía aparecieron por las instalaciones del club catalán para someterse a los tests del Covid-19 y días más tarde reiniciaron los entrenamientos con vistas a este reestreno por Liga frente al Mallorca.
El protocolo que estableció La Liga para los encuentros exige, entre otras cosas, que los jugadores minimicen lo máximo posible el contacto en las celebraciones y también pide respetar la distancia mínima de dos metros con el árbitro. Cada deportista tiene su propia botella de agua con nombre para evitar que compartan y todos los que estén en el banco de suplentes deben portar mascarillas y guantes. Los recogepelotas, por ejemplo, tienen que desinfectar cada balón que salga del campo. Todos ingresaron por una única puerta al estadio, se les midió la temperatura y debieron utilizar mascarillas y guantes, entre otras medidas. Así y todo, los controles fallaron.