El día de los hechos Milagro Sulca llamó al 911 para pedir auxilio, e incluso expresó que la estaban «matando». De inmediato, otra voz femenina interrumpió el diálogo, dijo que la persona que hablaba era su tía y cortó la comunicación.
Minutos más tarde, dos uniformados se acercaron al domicilio, ubicado en el barrio de Villa Mitre, al sudeste de la capital salteña. Sin embargo, como nadie contestó ante su presencia, se retiraron del lugar.
Al cabo de 15 horas, se supo que aquella mujer había sido asesinada, y la hipótesis principal era un intento de robo. Según la autopsia del cadáver, la víctima recibió 17 heridas de arma blanca, además de lesiones contusas y más cortes en todo el cuerpo.
Por otro lado, los oficiales que fueron hasta el lugar del homicidio, pero se marcharon sin hacer averiguaciones, quedaron detenidos y acusados de los delitos de «incumplimiento de los deberes de funcionario público» y «abandono de persona seguido de muerte». Asimismo, el oficial que atendió el teléfono del Sistema de Emergencias también fue imputado por fallar a su deber.
Una adolescente de 17 años, imputada en el crimen, confesó haber sido la presunta responsable del asesinato. La joven solicitó declarar ante la Fiscalía de la Unidad de Graves Atentados contra las Personas, para hacer su confesión. Así, sostuvo que fue ella quien mató a la maestra Rosa del Milagro Sulca (48), atribuyendo el accionar al consumo problemático de estupefacientes.
Por otro lado, la implicada le pidió a las autoridades librar del expediente a otros dos varones imputados en la causa, caratulada como «homicidio triplemente calificado por alevosía, violencia de género y criminis causa». En ese caso, quedaría descartada la figura del femicidio, aunque la determinación debe ser tomada por la Justicia.
Para concretar la audiencia, aquella joven estuvo acompañada por una asesora, un defensor oficial de menores y su madre.