Agosto mes de la Pachamama y mes de los Sullus

Los bolivianos de las áreas rurales y de algunas ciudades iniciaron este domingo el mes dedicado a la “Pachamama” o Madre Tierra con rituales ancestrales y ofrendas para agradecer los bienes logrados en el último año y pedir una renovada prosperidad.

Agosto es el mes elegido para las ofrendas porque concluye la primera temporada agrícola en el mundo andino y, según las comunidades indígenas, en este momento del año la Madre Tierra “abre la boca” para alimentarse con ofrendas que retribuyan los frutos dados y los que dará en el futuro.

Algunas ofrendas se entregan en viviendas y comercios, pero también hay quienes las ofrecen en los sitios considerados sagrados para los indígenas, como la Waraco Apacheta, situada en las afueras de El Alto, la ciudad vecina de La Paz, un viaje que toma poco más de una hora en vehículo.

En agosto la “Pachamama” recibe “con cariño y voluntad” lo que se le ofrece, por lo que se tiene la tradición ancestral de hacerle estas ofrendas “para darle espíritu y coraje”, explicó a Efe el “amauta” y guía espiritual Víctor Mamani.

LAS OFRENDAS

Lo primordial en una ofrenda es la llamada “mesa” con dulces de distintas formas y los “misterios”, unas pequeñas tablas de azúcar con diversas imágenes. También incluyen la wira k’oa, una planta medicinal sagrada que crece en el Altiplano, el incienso, el copal o resinas aromáticas vegetales y la grasa de llama.

Algunas ofrendas llevan “sullus” o fetos de llama disecados, otras incluyen diversas frutas. Sobre un trozo de papel se coloca primero la wira k’oa rodeada por lanas de colores, luego se acomodan los dulces, el incienso, la grasa de llama, algunas hojas de coca y el “sullu”.

Cuando la ofrenda ya está armada, se la debe “ch’allar” o bendecir con alcohol, vino o cerveza, para luego colocarla en una pira. Los elementos ofrecidos deben quedar reducidos a cenizas que, una vez enfriadas, se entierran o se guardan en una caja. Lo importante es hacer la ofrenda con fe y creer en que se recibirá lo que se está pidiendo, remató Condori. EFE

MINAS

La cosmovisión andina no acepta los sacrificios humanos. Lo de ofrendar humanos como sullus, o enterrar personas vivas en los puentes y construcciones, son prácticas de ‘brujos’ que llegaron con los españoles. Afirma la antropóloga Jhudith López Uruchi

Quienes han trabajado en las minas o en los campamentos señalan que se usa una llama grande porque es un animal sagrado y es como una persona. Pero cuando ésta no es suficiente se busca una ofrenda humana.

CONSTRUCCIONES

La artista audiovisual e investigadora de la filosofía amáutica Yomar Ferino Lanza realizó hace unos años un corto llamado el Bulevar. En él denuncia el sacrificio de indigentes como ofrenda para las construcciones. Donde a indigentes o albañiles los invitan a tomar hasta dejarlos inconscientes para ofrendarlos.

 “Esos tienen relación con el Manqhapacha (la tierra o mundo de adentro o de abajo) y dicen que como al construir se está profanando el espacio donde viven los uywiris, hay que darles sangre”, explica Ferino. Agencias