Una alimentación sana, natural y cuidada, no solo es favorable para mantener el equilibrio natural de estos dos órganos. Además, en momentos puntuales de inflamación pueden ayudar a recuperar su función armónica.
1. Remolacha y zanahoria
Recomendamos por tanto incluir este zumo natural a base de remolacha y zanahoria. Gracias al alto contenido en betaína de su ingrediente principal (la remolacha), también puede ayudar al correcto funcionamiento del páncreas y el hígado.
Ingredientes: 1 remolacha, 1 zanahoria, 200 ml. de agua, 50 ml. de zumo de limón
Preparación: Lavamos bien la remolacha y la zanahoria, Cortamos en trozos pequeños para facilitar el licuado, Añadimos el agua junto al zumo de limón, Bébelo por la mañana. Te sentará muy bien.
2. Té verde
Dentro de las múltiples propiedades y beneficios del té verde encontramos su capacidad para desinflamar tanto el hígado como el páncreas. Además, las catequinas, ayudarán a mejorar su función. El té verde ayuda a reducir la carga de grasa del hígado y su alto contenido en antioxidantes puede favorecer su regeneración.
3. Aguacate
Los aguacates son ricos en glutatión, un tripéptido no proteínico que deriva de los aminoácidos y que ayuda a nuestro hígado y páncreas a reducir toxinas. Además, tampoco podemos olvidar que el aguacate es rico en grasas monoinsaturadas, las conocidas como “grasas buenas”. Estas cuidan de la salud de las paredes arteriales y desvían el colesterol malo (LDL) para que sea metabolizado de forma más sencilla por el hígado.
4. Aceite de oliva para el páncreas y el hígado
Los aceites orgánicos prensados en frío, como pueden ser el de oliva, el de cáñamo y el de semillas de lino, son grandes aliados para el páncreas y el hígado. Aun así, recuerda, debemos consumirlos con moderación y del modo más natural posible: un chorrito en una ensalada, en una tostada de pan integral. Nos ayudará a evitar la inflamación de estos órganos, a depurar las toxinas dañinas y a optimizar la función de nuestro organismo.
5. Granos alternativos: mijo, quinoa y trigo sarraceno
Llamamos “granos alternativos” a esa fuente de fibra, proteínas y minerales poco usados en nuestra cotidianidad. Como su propio nombre indica, esconden una gran cantidad de propiedades a pesar de su reducido tamaño. El mijo, la quinoa o el trigo sarraceno son un claro ejemplo de esta propuesta.
Este tipo de granos contienen enzimas que favorecen la digestión, desinflaman y cuidan que el nivel de colesterol se mantenga bajo control. Y no solo eso, además resultan muy beneficiosos para el funcionamiento del propio corazón.
6. Alcachofa
Sea cual sea la época del año, la alcachofa permite su elaboración en diferentes y suculentas recetas que hacen que sea una comida o cena sensacional. Esta verdura crucífera cuida de nuestro páncreas y el hígado. También estimula el funcionamiento de la vesícula biliar. Favorece la adecuada digestión de las grasas, es antioxidante y potencia la función del hígado perezoso o del hígado graso. Anímate a tomar por las noches unas alcachofas hervidas, aderezadas con un poco de aceite de oliva, vinagre y limón.
7. La papaya
Gracias al rico contenido en flavonoides como la criptoxantina, su consumo ayuda a reducir el nivel del colesterol malo o LDL, puede contribuir a frenar la oxidación celular y además también puede favorecer a reducir la inflamación de estos órganos. No dudes en aprovechar los beneficios de esta fruta siempre que puedas. Tu organismo lo va a agradecer.