“Son milagrosos y por eso hemos venido a pedir que nos ayuden. Tenemos fe”, dice Rosa mientras sujeta unas flores que adornarán el altar de las 10 personas fallecidas por impacto de bala en los conflictos postelectorales de 2019, en Huayllani, Sacaba.
Rosa y su hermana Herminia llegaron desde el municipio de Colomi para brindar sus plegarias a las “víctimas de Sacaba”, a las que consideran “milagrosas”. Pidieron por la salud de sus padres y la prosperidad de un negocio.
En el kilómetro 10 de la avenida Villazón, que une a Cochabamba y Santa Cruz, vecinos y familiares armaron un altar dedicado a los fallecidos en los conflictos del 15 y 16 de noviembre de 2019. Nueve de ellos murieron por heridas de bala; el décimo falleció tras permanecer siete meses en terapia intensiva de un hospital.
La visita al altar de parte de familiares, amigos, vecinos o curiosos es constante. Según Matilde Orellana Fernández, dueña de una tienda de barrio situada a pocos metros, cada día llegan unas 20 personas . “Siempre hay gente. Vienen desde las cinco de la tarde hasta la noche. El primer lunes y viernes de cada mes este lugar es lleno. La gente les reza como si fuesen santos, creen mucho en ellos, dicen que son milagrosos. Piden para sus ventas, para que les vaya bien”, relata.
VELAS Y FLORES A LOS CAÍDOS
Un techo de calamina cubre el altar . En lo alto están las fotografías de cada uno de los caídos con placas con sus nombres, el de la federación a la que pertenecieron, el lugar y la fecha de su deceso.
Las víctimas de la “masacre de Huayllani” son: Roberto Sejas Escobar, Emilio Colque León, César Sipe Mérida, Armando Caballero Escobar, Marcos Vargas Martínez, Lucas Sánchez Valencia, Plácido Rojas Delgadillo, Omar Calle Siles, Miguel Ángel Gonzales Ledezma y Julio Pinto Mamani. Tenían entre 20 y 40 años y pertenecían a alguna federación del trópico.
Todos los retratos están adornados con guirnaldas y rodeados de un manto de lana tejido con los colores del Movimiento Al Socialismo (MAS). Debajo de cada retrato hay una lápida con una cruz. Una placa reza: “Cuando la dictadura es un hecho, la revolución es un derecho”.
Un manto de flores rodea todo el altar y el piso está impregnado de cera por las decenas de velas que los visitantes encienden cada día. La tricolor, la wiphala y la bandera del MAS envuelven el ara de los caídos en Huayllani.
Marcelo Mamani Quispe cuida ese tabernáculo desde el domingo 15 de noviembre, cuando se cumplió un año de las muertes y cientos de personas se congregaron para rendirles homenaje. Desde entonces, Marcelo ha sido testigo de los lamentos de los familiares y de los pedidos de los visitantes. Tiene la esperanza de que lo contraten como celador. Agencias