Aunque perdió el 75% de sus capacidades motrices, Michael Haddad está decidido a cumplir su objetivo: caminar 100 km en el Ártico para alertar de los efectos del cambio climático, y lo hará ayudado de un exoesqueleto de alta tecnología.
A sus 41 años, este atleta libanés que quedó parapléjico siendo niño, se desplaza gracias a un exoesqueleto creado por investigadores y médicos que estabiliza su pecho y sus piernas para que pueda balancearse hacia adelante ayudado por muletas.
Su próxima meta es caminar durante una decena de días por el archipiélago noruego de Svalbard, a 1.300 km del Polo Norte. Allí dejará un libro del papa Francisco dentro de un búnker que alberga la mayor reserva mundial de semillas, para garantizar la supervivencia de las principales especies cultivables. Además, con su viaje, busca visibilizar a las personas con discapacidad, que son «un 15% de la población mundial», recuerda. Agencias