Los negocios de comida clandestinos aumentaron de gran manera en Cochabamba, causando un perjuicio a los negocios legalmente establecidos.
La venta de comida tomó las calles, las aceras, patios traseros, garajes y hasta en carretillas, por mencionar algunos espacios del departamento. Mucha gente que quedó desempleada en medio de la crisis económica desencadenada desde el brote del virus, tomó la decisión de emprender en el ámbito gastronómico.
Algunos de estos negocios fueron abiertos por trabajadores despedidos de sitios gastronómicos establecidos formalmente en el medio. En su criterio, se trata de meseros o cocineros que tienen cierta experiencia en el rubro.
Algunos propietarios de estos puestos informales también provienen de ese 20% de restaurantes y ramas afines que entró en ruina cuando las autoridades sanitarias instruyeron el cierre de sus puertas para evitar la propagación del virus.
Asimismo, dentro de estos emprendedores culinarios que no están registrados en Aserac hay personas que jamás estuvieron vinculados a la gastronomía. Agencia