Bolivia
El escándalo estalló el lunes 8 de septiembre, cuando la red O Globo de Brasil transmitió un reportaje en el que denunció que uno de los principales jefes de la organización criminal brasileña Primer Comando de la Capital (PCC) vivía en Santa Cruz desde hacía 10 años. El reporte no solo provocó la movilización de las autoridades, sino que también cimentó la idea de que Bolivia se ha convertido en un hub (centro, en inglés) de producción, tránsito y distribución de drogas.
Ellos coinciden en que la privilegiada ubicación geográfica del país permite que las organizaciones criminales transporten droga entre ambos extremos del continente. Sin embargo, las autoridades de Gobierno insisten en que “en Bolivia no operan cárteles internacionales”, aunque sí envían emisarios para desarrollar sus actividades ilícitas.
“Las señales son claras: Bolivia ya ha sido infiltrada por peligrosas organizaciones criminales de Brasil, Colombia, Ecuador y México, y esto ocurrió hace bastante tiempo. Decir lo contrario es mentir o, peor aún, no reconocer los riesgos”, sostiene el investigador Carlos Börth.
Por su parte, Carlos Romero, exministro de Gobierno, recuerda que la posición geográfica de Bolivia y sus extensas fronteras con países vecinos la convirtieron en un centro atractivo para el narcotráfico y advierte que “no hay que olvidar que esta actividad impulsa y se relaciona con otros hechos ilícitos”.
Los nombres y los casos se mencionan cada vez con mayor frecuencia: víctimas acribilladas relacionadas con el tráfico de drogas; personas asesinadas por modalidades propias de las mafias de los Balcanes; jefes del PCC y del Comando Vermelho, de Brasil, que viven con lujo en ciudades bolivianas; secuestros en el occidente del país atribuidos a la organización criminal Tren de Aragua, entre otros.
“La presencia de estas organizaciones se debe a que Bolivia se ha convertido en una especie de centro de distribución de cocaína y, cada vez más, de marihuana. Es decir, seguimos produciendo cocaína, pero también servimos de tránsito para la pasta base peruana proveniente del valle del Vraem —una zona muy rica, regada por los ríos Apurímac, Ene y Mantaro— donde se produce coca”, asegura Börth. Agencias.
