En las elecciones más atípicas de los 38 años de su democracia, más de 7 millones de bolivianos concurrieron a votar en medio de una pandemia y de una alta tensión política por la polarización y la crisis arrastrada desde hace casi un año de una revuelta popular, la caída del expresidente Evo Morales y de un accidentado gobierno transitorio de Jeanine Añez.
Para llegar a ese día, los bolivianos han tenido que superar la anulación de las elecciones del 20 de octubre de 2019, por denuncias de fraude, la conformación de un gobierno de transición constitucional, el cambio de fecha tres veces consecutivas por el impacto del coronavirus, 12 días de bloqueos de carreteras en agosto por seguidores del partido de Evo Morales, una campaña electoral con brotes de violencia, confrontación hasta en las horas de veda y advertencias de una posible convulsión.
Otra de las novedades tiene relación con la cifra de competidores y la composición de la papeleta electoral. Por primera vez en 18 años, en la boleta no estará la fotografía de Evo Morales como candidato a la Presidencia, ya que se encuentra como asilado político en Argentina, tras su renuncia al Gobierno el 10 de noviembre de 2019, en medio de un levantamiento ciudadano por denuncias de fraude electoral.
Aunque en la papeleta de votación están impresas las figuras de ocho candidatos a la Presidencia, el Tribunal Supremo Electoral confirmó la habilitación oficial de solo cinco aspirantes y organizaciones políticas. Quedaron fuera de las elecciones la Presidenta transitoria, Jeanine Añez, de la alianza Juntos, el ex presidente Jorge Quiroga, de Libre 21, y María de la Cruz Bayá, de ADN, luego de que ellos y sus fuerzas políticas anunciaran la declinación antes de los comicios. Consiguientemente, esta será la primera elección en la que tres candidatos renunciaron antes de las elecciones, pero sus rostros aparecerán en la boleta que ya estaba impresa con antelación. Si algunos electores marcan en el casillero de estos excandidatos, los votos serán declarados nulos.
Como ocurrió el año pasado, por primera vez en la historia de la democracia boliviana, en esta elección se puede abrir la puerta para un balotaje. Si el que gane no consigue el 50 por ciento más uno de los votos o si no supera el 40 por ciento y una diferencia de 10 puntos respecto al segundo mejor ubicado en la votación, habrá una segunda vuelta programada para el domingo 29 de noviembre.
Otra de las variantes y nueva característica de la elección presidencial boliviana fue la presencia de cinco misiones internacionales de observación y de al menos cuatro comitivas invitadas por el MAS a observar los comicios.
La visita de organizaciones afines y de activistas internacionales que tienen simpatía con el partido de Evo Morales.