La violenta muerte a fines de enero de un guardia de seguridad en la zona Guapilo en Santa Cruz de la Sierra, desencadenó en la captura de una mujer, su esposo y sus tres hijos que son acusados asesinato. Además, se cree que esta familia ya había cometido otros delitos similares en la capital cruceña y en Warnes.
El pasado lunes 31 de enero, vecinos de la zona de Guapilo en Santa Cruz de la Sierra iniciaban la semana con una trágica y macabra noticia. Enrique Angulo, guardia de una barraca, fue encontrado sin vida, maniatado y, por información de la Policía se pudo conocer que, tenía varios golpes en la cara fueron realizados con una madera, arma que fue encontrada cerca de su cuerpo.
Lo poco que se sabía sobre este asesinato es que horas antes el hombre estuvo compartiendo bebidas alcohólicas con algunas personas, en la barraca en la que trabajó como casero cerca de 10 años.
Un trabajo silencioso es el que realizaron los agentes a cargo de la investigación de este caso y que permitió la captura de cuatro personas, que tras el crimen que habían cometido en Guapilo escaparon, encontrando refugio en San Ignacio de Velasco.
La investigación de la Policía reveló que esta familia ya había dado otros golpes de la misma manera. La mujer tenía la misión de acercarse a las potenciales víctimas a quienes trataba de conquistar.
Los afectados llegaban incluso a conocer a todos los integrantes de esta familia; sin embargo, para que no surjan sospechoso la mujer los presentaba a todos como sus hijos, incluido su esposo.
Así fue como Enrique Angulo accedió a compartir bebidas alcohólicas con esta familia, sin imaginar que horas más tarde se convertirían en sus verdugos. Aquella noche hubo música y mucha cerveza, las latas que se encontraron en la escena del crimen quedaron como huellas de lo que parecía iba a ser una noche divertida.
Se cree que uno de los acusados puso un somnífero en la cerveza del guardia, con el objetivo de dejarlo inconsciente y aprovechar para robarle sus pertenencias y otros objetos de valor; sin embargo, por los golpes fatales que recibió la víctima en la cabeza, la Policía cree que la droga no tuvo efecto rápido.