«Chapareños», en Afganistán enseñaron a empedrar calles

En 2007, Andrés Saladino Judeh, quien trabajaba en Kabul, Afganistán, llevó desde Bolivia a 14 jóvenes desde el Chapare, Cochabamba, hasta ese país. Entre ellos tres hablaban aymara y mientras empedraban calles, ellos aprendieron el idioma pastún. En ese rincón del mundo, donde los atentados son cosa de todos los días, los chapareños eran alertados cuando había sospecha de un ataque.
Saladino, un consultor internacional que vivió en ese país de 2003 a 2014, cuenta que ese año trajo consigo a esas tierras afganas el grupo de jóvenes chapareños conocidos por realizar empedrados muy bien acabados. “Los llevamos a Lashkar (cerca de Kabul) y ahí comenzaron a empedrar calles y lo hacían muy bien, pero además enseñaban a los afganos a cómo hacer un buen empedrado”, relata.
Los muchachos, que posan con las banderas bolivianas y afganas en la imagen que acompaña este texto, se hicieron buenos amigos de los habitantes de Lashkar, donde incluso jugaban con los niños. No obstante, durante ese tiempo aprendieron además el pastún, uno de los idiomas propios de Afganistán.
“Como le conté, a los tres meses los tres jóvenes aymaras que vinieron en el grupo hablaban perfectamente el pastún, por eso también eran muy queridos en la comunidad. Hasta ahora no entiendo cómo pudieron aprender el pastún con tanta facilidad”.
El aymara que se habla en el área occidental del país es considerado una lengua aglutinante que depende del sujeto y del tiempo, por lo que también se parece a otros idiomas europeos e incluso el coreano.