La hija de la mandataria y el ministro de la Presidencia, considerado sus más próximos, fueron acusados de hacer mal uso de los aviones de la FAB. Las denuncias de corrupción en YPFB obligaron a cambiar al presidente de la estatal. Dos ministros fueron relevados
La última semana ha sido la más complicada desde el punto de vista político para Jeanine Áñez desde que asumió la presidencia transitoria del país, en noviembre del año pasado. La característica de esta crisis es que no ha sido provocada por la oposición ni por los sectores sociales afines al MAS, sino que fue generada por el entorno más íntimo de la jefa de Estado.
En estos siete días la mandataria sintió la turbulencia que generó en la opinión pública los vuelos presuntamente irregulares realizados en aviones de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB) por la directora de Gestión Social del Gobierno, Carolina Ribero Áñez, y por el ministro de la Presidencia, Yerko Núñez. Ambas autoridades son consideradas personas de máxima confianza de la jefa de Estado. La primera es su hija, y Núñez es beniano y compañero político de la presidenta desde hace más de 20 años.
Los vientos de cola que golpeaban al círculo íntimo de Áñez fueron desviados hacia la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) para que no afectaran al núcleo del Palacio Quemado. Después de varios días de idas y venidas, este jueves el presidente de la petrolera, Herland Soliz, presentó su renuncia al cargo asediado por denuncias de supuestos hechos de corrupción. En su lugar fue posesionado Richard Botello, un técnico con más de 20 años de experiencia en la industria hidrocarburífera.
Con el cambio se logró aplacar una corriente de aire adversa al Gobierno y a la jefa de Estado. Las denuncias sobre malos manejos económicos en YPFB aumentaban cada día y dejaban bajo sospechas a los miembros del Ejecutivo en una época en que también crecían las críticas por el aumento de los casos positivos de coronavirus en el país.
Precisamente, el martes de esta semana se conoció que dos miembros del gabinete, el ministro de Defensa, Fernando López, y la ministra de Medio Ambiente, María Elva Pinckert, se declaraban en cuarentena porque algunos de sus familiares resultaron positivos para el Covid-19. También se aisló el secretario de Salud de la Gobernación de Santa Cruz, Óscar Urenda, como medida de prevención porque un funcionario del Sedes está afectado con el virus.
Para completar la semana, este viernes se inició con la posesión de Óscar Ortiz como nuevo ministro de Desarrollo Productivo y Economía Plural, en lugar de Wilfredo Rojo, que hasta hace dos semanas se desempeñó como delegado presidencial en Santa Cruz para la lucha contra el coronavirus, pero fue relevado por el ministro de Gobierno, Arturo Murillo.
Con la llegada de Ortiz al Ejecutivo, la jefa de Estado pierde a uno de sus principales aliados y estrategas en la Asamblea Legislativa Plurinacional, donde el viernes 30 de abril se comenzó, precisamente, la difícil semana de la mandataria porque ese día la bancada mayoritaria del MAS aprobó y promulgó la Ley de Postergación de las Elecciones para el próximo 2 de agosto. El Deber