Caen los cultivos de hoja de coca en el Chapare, se encoge la producción de pasta base de cocaína y la incidencia que tiene en la economía se achica por el contrabando que llega del Perú y el retiro forzoso de cocaleros por vejez, reveló Mario Galindo, docente de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la UMSA, y experto en análisis económico.
“Cae la producción de coca, también la interdicción, y eso hace que caiga la producción de pasta base (de cocaína), porque lógicamente, si no hay materia prima, deja de producirse el producto final (cocaína)”, afirmó el analista durante, citado por el portal Brújula Digital, en una intervención que hizo en un foro auspiciado por la Organización No Gubernamental UNITAS denominado “Rutas para el reencuentro: Desarrollo Sostenible y derechos humanos en Bolivia”.
Según el analista la incidencia que tiene la economía de la hoja de coca, también comenzó a reducirse. Cuando el Producto Interno Bruto (PIB) llegó a 45.000 millones de dólares el año 2015, varios economistas calcularon que la incidencia de la coca en la riqueza nacional fluctuaba entre los 4.000 a 5.000 millones de dólares, el equivalente entre al 10% y 15%, está situación, sin embargo cambio en los últimos cinco años.
“La caída de la producción de hoja de coca, también tuvo efectos en el conjunto de la economía”, apuntó.
Para sustentar está afirmación, Galindo apeló a dos factores esenciales, que según el análisis que hizo, tuvieron efectos regresivos en la producción de coca en el país.
El primero tiene que ver con la importación de hoja de coca del Perú. Sucede que en ese país los productores no pueden comercializar la hoja, sino es, solo con el aval del Gobierno, ya que es el único que adquiere el producto.
En Bolivia, sucede lo contrario. Existen dos mercados para vender la hoja milenaria: en Villa Fátima, en La Paz, y Sacaba en Cochabamba.
Entonces existe un rebalse de producción de coca que está llegando del Perú, lo que incidió, por ejemplo, en una reducción de precios en Bolivia, afirmó.
Un segundo factor al que atribuye la incidencia en la reducción de los cultivos de hoja de coca, tiene que ver con la cantidad de afiliados.
“En una investigación que hizo la Unión Europea (UE) el año 2018, evidenció que desde el 2005 a la fecha, el número de afiliados a las Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba, creció en 1%, es decir, ya no permiten que ingresen más productores, porque saben qué a mayor producción, menores precios (para la coca)”, afirmó.
Están embarcados en “contener el crecimiento del número de afiliados, por eso también ya no existe presión social para la construcción de la carretera por el Tipnis, porque ya no es interés para ellos hacer crecer la cantidad de afiliados”, subrayó.
Sobre la cantidad de hectáreas plantadas, Galindo reconoció, que el número de hojas de coca que están legalmente autorizadas superó en 3.000 hectáreas (has). La Ley de la Coca fijó en 20.000, pero en la actualidad existen 23.000 has.
Según Galindo las plantaciones excedentarias están en Los Yungas de La Paz, ya que, el Chapare, constriñó la producción, como no ocurría antes.
CAMBIOS EN EL CHAPARE
Otro dispositivo social significativo que mencionó Galindo para justificar el análisis que hizo, tiene que ver con cambios demográficos que estaría sufriendo el Trópico de Cochabamba.
Señaló que los mineros relocalizados que arribaron al Chapare en la década de los años 1980, se hallan en franco proceso de jubilación, dejando de producir coca y los chacos que tienen “fueron vendidos o alquilados”.
“La gente que colonizó el Chapare, tiene entre 70 y 80 años, quieren jubilarse, y en las encuestas que se hicieron con la Unión Europea, los hijos de los cocaleros que llegaron al Chapare, no quieren ser cocaleros”, dijo.
Cuando se preguntó a la segunda generación de cocaleros ¿Qué hará con el cato de coca que tiene la familia?, responden lo fácil “vender, alquilar o simplemente, dejarlo en pausa ecológica”, detalló Galindo. Los jóvenes además tienen dos destinos preestablecidos para migrar, Santa Cruz y Sacaba, aseguró el investigador.