Según apunta Laura Rojas Marcos, la mayoría de los conflictos vienen originados por las luchas de poder, el sentimiento de derecho y la falta de límites.
LA EMPATÍA.- Esto no significa que nos debamos someter a los deseos y a las necesidades de los demás, sino que tengamos la disposición de comprender lo que ocurre más allá de las palabras y los actos.
Es decir, “practicar la empatía” implica mantener la disposición de escuchar y de considerar lo que los demás nos tienen que decir. Esto nos ayudará a aceptar la posibilidad de no llegar a un acuerdo sobre lo que nos pidamos, pues cada uno tiene necesidades diferentes. En estos casos, debe existir un pacto de respeto al desacuerdo, algo que facilitará la convivencia. Esto es: tú quieres algo que no es compatible con lo que yo deseo, aceptémoslo y sigamos.
RESPETAR LA INTIMIDAD.- Respetar al otro significa aceptar que el “no” sea la respuesta, tolerando así la frustración, aunque parezca injusto. No nos podemos permitir eso de “donde hay confianza da asco”, ya que la intromisión da lugar a grandes conflictos familiares.
Tal y como apunta Rojas Marcos: “En las relaciones familiares se dan por hecho cosas en las que no existe acuerdo. Si se entra sin avisar en casa de un hijo o se hace una llamada a destiempo, hay que estar preparados para recibir una respuesta que puede no gustarnos y que marque los límites de la relación”.
SER RESPETUOSOS.-
Suele ser habitual que, en conversaciones familiares, se diga lo primero que nos viene a la mente. Esto sucede porque no le pasamos el filtro de la educación y del respeto a nuestras palabras y a nuestras acciones. Esto generará grandes conflictos, por lo que es importante que tomemos distancia en las situaciones y pongamos límites de forma calmada, respondiendo que lo que dice está causando dolor emocional.
SER ASERTIVOS.- Hay relaciones tóxicas familiares que se basan en juegos de poder. Es probable que no quieras poder, que solo quieras libertad de acción y de expresión y que haya personas que dificulten esta transición. En estas situaciones debemos hacernos valer manifestando nuestros “no puedo”, “no quiero” o “no estoy de acuerdo” sin temor. Es importante sentirse seguro de uno mismo, actuar con determinación y hacer uso de nuestra capacidad de elección.
Además, aunque estemos en familia, sigue siendo de gran importancia pronunciar las palabras “gracias” y “por favor”, ya que con ellas expresamos consideración y amabilidad, mostrando respeto por el tiempo y el esfuerzo que las peticiones y los favores requieren.
SER PACIENTES.- Impacientarnos ocasiona que seamos impulsivos e irreflexivos a la hora de valorar las circunstancias y tomar decisiones. Por esta razón, es indispensable desarrollar nuestra capacidad de espera y de reflexión antes de actuar. Puede ocurrir que no podamos solventar las dificultades que acompañan al agotamiento que provoca una relación familiar tóxica. Por eso, a veces se hace inevitable tomar decisiones que rompan con el núcleo familiar como, por ejemplo, alejarse de esas personas.
No debemos olvidar que los vampiros y los depredadores emocionales están presentes en todos los contextos de nuestra vida, lo que requiere que seamos hábiles en identificarlos y en protegernos de ellos. Así, se hace especialmente importante que aprendamos a controlar la intensidad de emociones como el enfado, las cuales pueden generar dramas de gran extensión. Debemos mantener la cordura y valorar mucho las consecuencias de nuestros actos, teniendo en cuenta los límites emocionales y físicos que nunca deberíamos sobrepasar.