En las últimas horas al menos treinta contrabandistas que intentaban ingresar a la Argentina ilegalmente y en grupo atacaron en Salvador Mazza a una patrulla de la Gendarmería.
Los uniformados realizaron disparos intimidatorios al aire y los bagalleros respondieron con piedras. Buscaban doblegar el retén para poner en circulación del lado argentino distintos tipos de mercaderías, por las que obtienen, en medio de la pandemia, importantes ganancias, según confirmó a LA NACION una calificada fuente de las fuerzas federales que participa en el operativo zonal de protección civil.
También, e igual de preocupante, detrás de las incursiones para forzar el tráfico de mercancías aguardan, expectantes, ciudadanos bolivianos que intentan cruzar la frontera caliente para obtener atención médica del lado argentino.
«No está previsto que la situación mejore, sino que, por el contrario, nos estamos preparando para que la tensión comience a crecer. Desde el comienzo de la semana registramos los primeros casos de personas que no quieren atenderse en los hospitales bolivianos, colapsados por el coronavirus, y que cruzaron ilegalmente, por ejemplo, para dar a luz. Con respecto a los contrabandistas, intentan llegar a la Argentina porque obtienen grandes ganancias con las ventas en este lado de la frontera», indicó en un reportaje la calificada fuente, que pidió reserva de identidad.
Durante el enfrentamiento, una mujer resultó levemente herida y los gendarmes intentaron detenerla, pero los compañeros contrabandistas de la joven lograron facilitarle la huida.
Esta tensión en aumento afloró la semana pasada durante un diálogo entre el gobernador de esa provincia, Gustavo Sáenz, y el presidente Alberto Fernández. Durante la videoconferencia Sáenz pidió reforzar los controles de frontera y manifestó estar sumamente preocupado, «especialmente por la población residente en Salvador Mazza y Aguas Blancas, considerando que el sistema sanitario de Bolivia está colapsado y existe un continuo flujo de personas por los pasos fronterizos ilegales», según se indicó en un comunicado.
Prueba de que el contrabando y la circulación informal no se detienen en la frontera es el resultado de un importante operativo realizado por agentes federales que concluyó con la incautación de 267 kilos de hoja de coca, una planta regional que los habitantes de la zona consumen en infusiones, o directamente masticada. El operativo se desarrolló en la localidad salteña de Aguas Blancas, no muy lejos de Salvador Mazza, donde otro grupo de contrabandistas atacó a los agentes federales.
El informe oficial sobre la incautación de hojas de coca detalló: «En horas de la tarde, efectivos de la Sección Aguas Blancas, dependiente del Escuadrón 20 ‘Orán’, recibieron una alerta por parte del personal que integra el Sistema Tecnológico de Vigilancia Inteligente de Fronteras (Sitevif) sobre la presencia de personas que traspasaban el límite fronterizo desde la República Plurinacional de Bolivia, por el cauce del Río Bermejo, con intenciones de llegar a la orilla, trasladando bultos con embalajes. Los gendarmes les dieron la voz de alto, por lo que los individuos abandonaron la mercadería y se dieron a la fuga a nado por río».
En tanto, el Ministerio de Salud provincial presentó un nuevo informe sobre el coronavirus, en el que destacó que no hay nuevos casos, lo que obliga a extremar los controles para preservar la inmunidad: «Salta se mantiene sin circulación comunitaria de Covid-19 y se continúan realizando todas las acciones de vigilancia epidemiológica para el cuidado de la comunidad».
Solo se destaca, de las últimas semanas, el caso de un camionero que cruzó el país de sur a norte con un reparto de mercadería y arribó a Orán contagiado de coronavirus, por lo que provocó la infección de ocho personas que fueron rápidamente rastreadas, identificadas y aisladas.
Al otro lado de la frontera salteña, en el departamento de Tarija, la pandemia se agrava a ritmo acelerado. Información oficial del Ministerio de Salud de Bolivia confirmó que en la zona de frontera se registraron 26 nuevos casos de coronavirus y dos muertes recientes solo en el distrito que limita con la Argentina, donde la cifra total de casos ascendió a 175.
Una investigación publicada la semana pasada por LA NACION confirma que durante la pandemia los traficantes dejaron de lado la venta de sustancias en puntos fijos dentro de los barrios -los llamados quioscos o búnkeres de drogas- y pasaron a una dinámica distribución minorista a los consumidores.
Sin embargo, las fuerzas de seguridad observan una menor circulación de cocaína y marihuana en las rutas. Los agentes antidrogas estiman que los clanes locales disponen de un stock suficiente para abastecer el mercado, por lo que disminuyó el flujo de transporte de estupefacientes en largas distancias, aunque los precios de las dosis llegaron incluso a triplicarse.
De todas maneras, la solidificada cadena logística narco no permanece inactiva: al igual que los comerciantes legales, los traficantes se acomodaron a la nueva realidad y aportan hoy su estructura al contrabando de otras mercaderías que los usuarios no encuentran en los habituales puntos de venta. En ese contexto, aumentan las escaramuzas en la frontera caliente el norte argentino. (La Nación)