El economista Sergio Rebelo explica cuál es el mejor camino para combatir los efectos de la pandemia ahora que varios países han comenzado a relajar las medidas más estrictas de distancia social.
La contención inteligente requiere la implementación masiva de pruebas para detectar el virus.
Tan importante como la decisión de imponer una cuarentena para mitigar la velocidad del contagio, es la decisión de cuándo y cómo levantarla.
En países de Europa y algunas partes de Estados Unidos se han comenzado a levantar parcialmente algunas de las medidas de confinamiento con el objetivo de retomar la actividad económica.
América Latina también está evaluando cómo manejar las restricciones de circulación, aunque su posición es mucho más vulnerable: el número de contagios aumentará en las próximas semanas, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
La gente necesita salir a trabajar para alimentar a sus familias y las empresas tienen que vender para no irse a la quiebra, pero el riesgo de abrir las puertas es que el número de víctimas se dispare.
¿Cuál es la mejor manera de proteger vidas y empleos?, ¿cómo calcular el costo humano y económico de la pandemia para definir una estrategia?
Justamente en eso han estado trabajando epidemiólogos y economistas que desarrollan complejos modelos matemáticos para iluminar el camino de quienes finalmente tendrán que tomar una decisión política.
Sergio Rebelo es uno de ellos.
Profesor de Finanzas Internacionales de la Universidad Northwestern, Estados Unidos, es una de las mentes detrás de este tipo de análisis.
Miembro de la Sociedad de Econometría, de la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés) y del Centro de Investigación de Política Económica, Rebelo y su equipo desarrollaron un modelo para determinar el costo-efectividad de los confinamientos, medidos en dólares y vidas humanas.
Sergio Rebelo dice que la pieza clave del rompecabezas es saber cuánta gente es inmune.
Su propuesta es hacer «confinamientos inteligentes» para enfrentar la pandemia, pero advierte que en Estados Unidos los expertos aún están a ciegas porque no tienen toda la información necesaria.
¿Qué nos dice el modelo híbrido en el que ha estado trabajando, donde integra elementos epidemiológicos ymacroeconómicos?
Si asumimos que no está disponible un tratamiento o una vacuna, el modelo dice que hay que aumentar gradualmente los confinamientos y luego disminuirlos a medida que decrecen las infecciones.
En este punto hay una cosa importante de entender. El confinamiento no provoca la recesión, la profundiza. La recesión la vas a tener de todos modos.
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Eso ocurre porque cuando hay una epidemia, la gente reduce su actividad económica porque compra menos, viaja menos, va menos a los restaurantes, trabaja menos. Es la propia epidemia la que causa la recesión en primer lugar.
Si las restricciones de circulación profundizan la recesión económica, pero al mismo tiempo evitan un alza repentina de contagios y muertes, ¿cuál es la mejor manera de enfrentar el problema?
Una manera de enfrentar la situación es la imposición directa de confinamientos o cuarentenas.
Pero una mejor manera de abordar el asunto es aplicar alguna forma de contención inteligente que requiere una gran capacidad para realizar pruebas. El desafío es que no tenemos aún la capacidad para hacer las pruebas suficientes.
Una contención inteligente implica definir cuánta gente ha desarrollado inmunidad frente al virus. Esa es una pieza clave del rompecabezas.
Necesitamos saber qué tan cerca estamos de desarrollar inmunidad de grupo para poder abrir la economía de una manera segura.
Entonces aumentando la capacidad de hacer pruebas puedes hacer una contención inteligente.
¿Qué le parece la manera en que la crisis se ha manejado en Estados Unidos?
No tenemos muchas maneras de poner en práctica el confinamiento inteligente. En muchos casos estamos volando a ciegas porque no sabemos realmente cuánta gente está infectada, cuántos se han recuperado, cuántos han desarrollado inmunidad, ni por cuánto tiempo durará esa inmunidad.
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Para responder esas preguntas necesitamos un tamaño considerable de pruebas aleatorias y no hemos logrado esa capacidad.
Varias ciudades han comenzado a levantar gradualmente las medidas de confinamiento. ¿Es una estrategia adecuada?
Uno de los temas importantes es que no sabemos cuál es la tasa de mortalidad del virus.
El gran problema es que mucha gente muere por el virus pero no queda registrada.
No se conoce realmente cuál es el verdadero número de contagiados, muertos o personas inmunes, dice Rebelo.
Por otro lado el número de infectados se ha medido muy mal. Y esto ocurre porque mucha gente es asintomática.
¿Y cómo pueden las autoridades tomar una decisión sobre imponer o levantar una cuarentena si hay muy poca información confiable disponible?
Lo primero es prepararse para conseguir esa información. Pero si no es posible, hay que moverse gradualmente. Si la tasa oficial de contagiados y víctimas fatales no es tan grande, puedes comenzar a abrir de a poco.
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Pero esto es solo una manera de ganar tiempo hasta tener una vacuna o un tratamiento efectivo.
El problema es que si abres muy rápido, puedes enfrentar un resurgimiento de la infección.
¿Entonces vamos a ver en el futuro ciclos repetitivos de apertura y cierre de los confinamientos?
Espero que avancemos hacia la contención inteligente.
¿Dónde se ha puesto en práctica la estrategia de contención inteligente que usted menciona?
En Asia principalmente. En 2003 tuvieron el SARS y después el MERS. Gracias a esas experiencias estaban mejor preparados.
Una de las principales dificultades que vamos a tener en Occidente para controlar el virus es que no hemos actuado a tiempo.
En Estados Unidos, por ejemplo, en los primeros meses hubo mucha indecisión, no nos preparamos como podríamos haberlo hecho.
¿Y qué países lo hicieron bien?
Lo hicieron bien Corea del Sur, Taiwán, Singapur. Ellos reaccionaron muy temprano haciendo cosas simples como tomarle la temperatura a las personas y luego poner a los contagiados en cuarentena.
Se puede prevenir el alza de infecciones, pero hay que hacerlo al inicio. Tienes que actuar rápido y tener un sistema nacional para implementar esta estrategia de contención inteligente.
¿Qué piensa de la estrategia que aplicó Suecia, donde se implementaron mínimas medidas de distancia social en comparación a otros países y los confinamientos han sido muy selectivos?
Suecia es un caso interesante. Una de las cosas que es realmente importante en relación a la tasa de mortalidad es la distribución de la edad de la población.
Si tienes una gran cantidad de gente joven, la tasa de mortalidad es menor. Esa ha sido la gran diferencia entre Italia y Corea del Sur. En Italia hay mucha gente mayor y por eso la tasa de mortalidad fue devastadora.
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El otro tema es la cantidad de interacciones entre las personas. En Suecia hay menos contacto entre las personas, en comparación a las casas donde viven varias generaciones, como en Italia o América Latina.
Que vivan abuelos, padres e hijos en el mismo lugar es algo mucho menos común en Suecia.
Eso es clave y puede haberlos ayudado. Ellos implementaron medidas de distancia social al inicio y su experiencia ha sido interesante.
Pero ellos no cerraron la economía como en otros países…
Eso muestra nuestro modelo. En Suecia no cerraron la economía, pero de todos modos tendrán una recesión.
De todos modos la gente va menos a restaurantes, compra menos, viaja menos. Eso pasa por el efecto de las precauciones que toma la gente, y eso se puede ver en la economía sueca.
Ellos no necesitaron implementar medidas draconianas que otros países han tenido que implementar porque llegaron tarde al juego.
¿Qué pueden hacer ahora los países que llegaron tarde al juego?
Cuando llegas tarde, tienes que desarrollar una enorme capacidad para realizar pruebas y rastrear a las personas que estuvieron en contacto con los contagiados.
Metro en Italia
Francia, Italia, España y otros países europeos han comenzado a abrir las cuarentenas gradualmente para que la gente vuelva a trabajar.
No puedes cerrar la economía por un año o un año y medio hasta que en teoría la epidemia se acabe, porque el sufrimiento económico sería enorme.
¿Y si no puedes desarrollar esa capacidad para hacer pruebas porque no tienes los recursos?
En ese caso la única manera de salir del problema es logrando la inmunidad de grupo, la inmunidad de un número importante de personas en una población.
¿Cuál es el riesgo de no hacer nada a nivel de políticas públicas?
Es la lucha entre la economía y la tasa de muerte. Todavía no sabemos la tasa de mortalidad de este virus, pero si no se hace nada habrá un número considerable de muertes.
Es razonable pensar que esas muertes ocurrirán en un período muy corto de tiempo, eso es lo que este modelo predice.
Los hospitales se ven saturados y no solo aumentan las muertes relacionadas con el virus sino también las muertes relacionadas con otras enfermedades que no pudieron ser tratadas. Hay que mirar ese daño colateral.
¿Se podría aplicar en América Latina este modelo que ustedes han desarrollado en Estados Unidos?
Habría que adaptar el modelo. La buena noticia en Latinoamérica es que la población es bastante joven. Agencias