El acné es una afección cutánea inflamatoria que afecta principalmente las unidades pilo-sebáceas, pequeñas estructuras de la piel que producen grasa y dan lugar al crecimiento del pelo. Es una de las condiciones dermatológicas más comunes, afectando a más del 90% de los adolescentes y persistiendo en un 12% a 14% de los adultos. Aunque en la mayoría de los casos no tiene un impacto directo en la salud física, su repercusión estética, psicológica y social puede ser significativa.
Los granos se forman debido a un proceso complejo que involucra diversos factores:
Producción excesiva de grasa: Las glándulas sebáceas aumentan su actividad, lo que puede obstruir los poros.
Acumulación de células muertas: Estas células se mezclan con la grasa y bloquean los folículos pilosos, generando puntos negros y blancos.
Actividad bacteriana: Las bacterias presentes en la piel, como Cutibacterium acnes , proliferan en los poros obstruidos, provocando inflamación.
Factores hormonales: Los cambios hormonales, comunes en la adolescencia, el embarazo o el ciclo menstrual, aumentan la producción de andrógenos, estimulando las glándulas sebáceas.
Genética: Las personas con antecedentes familiares de acné tienen mayor predisposición a desarrollarlo.
Estilo de vida: Estrés, falta de sueño y dietas inadecuadas también contribuyen a la aparición de acné.
El vínculo entre la dieta y la salud de la piel ha sido ampliamente estudiado, y ciertos alimentos han demostrado tener un impacto protector contra el acné:
Verduras de hoja y frutas enteras:
Beneficio: Ricas en antioxidantes como la vitamina C y A, que combaten el daño de los radicales libres y favorecen la regeneración celular.
Ejemplos: espinacas, zanahorias, naranjas y bayas.
Ácidos grasos omega-3:
Beneficio: Efectos antiinflamatorios que reducen la inflamación en las glándulas sebáceas.
Ejemplos: Pescados azules (salmón, caballa), aguacate, nueces y semillas de lino.
Cereales integrales y fibra:
Beneficio: Mantienen estables los niveles de glucosa en sangre, disminuyendo la producción excesiva de grasa en la piel.
Ejemplos: Avena, quinoa y arroz integral.
Aceite de oliva extra virgen:
Beneficio: Sus grasas saludables y polifenoles protegen la piel contra la inflamación y mejoran su elasticidad.
La dieta mediterránea es una de las más recomendadas para el cuidado de la piel. Su enfoque en alimentos frescos y naturales la convierte en una opción ideal para prevenir y manejar problemas cutáneos.
Alimentos principales: Frutas, verduras, cereales integrales, pescados grasos, frutos secos, semillas, aceite de oliva y lácteos fermentados.
Beneficios clave:
Antioxidantes que protegen contra el envejecimiento prematuro.
Grasas saludables que reducen la inflamación.
Bajo índice glucémico, que estabiliza los niveles de insulina y previene los desequilibrios hormonales.