Marcelo Ruiz Ospina, el hombre acusado de haber decapitado a su hija de 18 meses el Colombia con un cuchillo de cocina, ha mantenido en el primer día de juicio la misma versión que dio el día del asesinato: la mató porque se lo había ordenado el diablo.
“Las voces de Satán entraban y salían de mí. Controlaba mi mente y perdí mis casillas. Me pasó a mí, y si el mundo lo quiere saber, que lo sepa: estuve poseído por el diablo”, ha insistido una y otra vez el acusado durante el interrogatorio al que lo han sometido el fiscal Enrique Barata y el abogado defensor, Jordi Colomer, durante la vista que se sigue en la Audiencia Provincial de Girona.
Ruiz Ospina ha llegado a pedir que le hagan un exorcismo y ha explicado que los curas de su país natal, Colombia, ya le habían advertido de la existencia del maligno y de que la única forma de alejarlo de uno es a través de la oración.
Antes de su declaración, el jurado ha escuchado la grabación de la estremecedora llamada que el acusado hizo al 112 tras matar a la pequeña Melani, en la que Ruiz Ospina confesaba el crimen y pedía la presencia policial para evitar la muerte de su otra hija, María José, que entonces tenía 8 años y que estaba en el comedor de la vivienda de la calle de Oviedo de Girona, viendo la televisión, mientras su padre decapitaba a su hermana.
“He matado a mi niña chiquita. Me lo ha dicho el demonio, ayúdenme a salvar a mi otra hija, por favor”, pidió a la agente de los Mossos que atendió la llamada y que lo entretuvo al aparato hasta que llegó la patrulla de agentes que habían enviado al domicilio.
A preguntas del fiscal, el acusado reconoció que ese día había escrito una nota a su esposa, que en el momento de los hechos estaba trabajando, en la que, según ha precisado el Ministerio Público, Ruiz Ospina la culpaba de las penurias económicas que estaba pasando la familia y le reprochaba que por eso Satán había entrado dentro de su cuerpo. Agencias