El ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, reveló ante la Comisión de Gobierno, Policía y Fuerzas Armadas (FFAA) de la Cámara de Diputados que los narcotraficantes producen cantidades específicas de cocaína en las áreas protegidas de Bolivia “por encargo” de clientes recurrentes de otros países. Cuando cumplen su tarea, esconden las fábricas hasta que haya otra solicitud.
“(Por) la poca experiencia que ahora tenemos en el cargo, determinamos que (los narcos) trabajarían por una especie de encargos. Que desde países como Brasil y Argentina dicen, ‘necesito tantos kilos’, y sólo producen esa cantidad de kilos (de droga); luego abandonan la fábrica, y cuando tienen un nuevo pedido, reabren estas fábricas hasta que son encontradas por los efectivos de lucha contra el narcotráfico”, fue parte de la respuesta que dio Del Castillo, a la pregunta 15 del cuestionario que se le hizo.
El funcionario compareció ante dicha comisión para responder a 21 preguntas sobre la actividad del narcotráfico en las áreas protegidas del país, específicamente en el parque Noel Kempff Mercado, ubicado en el norte de Santa Cruz, en la frontera con Brasil.
Una de las consultas fue para conocer si uno de los últimos operativos realizados en esa área protegida tenía que ver con la aprehensión de Maximiliano Dávila, exdirector de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (Felcn). Del Castillo negó ese hecho. Del Castillo aseguró que no existen organizaciones criminales, si no clanes familiares.
Por otro lado, Del Castillo explicó que no es posible tener un dato confiable sobre el número de fábricas y la cantidad de droga que se producen en las áreas protegidas, debido a que ese trabajo es esporádico.
Erwin Bazán, diputado de Creemos, calificó de “insuficiente” el informe del ministro. El legislador aseguró que Del Castillo admitió que el narcotráfico “perforó” la Policía y la estructura institucional de la lucha contra ese delito, y que la gestión del presidente Luis Arce sólo tiene una estrategia “paliativa” y sin recursos económicos, la que ya no se puede solucionar con el cambio de un jefe antidroga. Agencias