La falta de credibilidad en la justicia, la percepción de lentitud y corrupción, y la falta de acceso a mecanismos de queja efectivos generan una sensación de impotencia y desalientan la denuncia.
Intentar denunciar a un juez corrupto es como gritar dentro de una celda vacía; nadie escucha, porque quien debe investigar es su amigo, su colega o su cómplice. En esta justicia los corruptos no temen al castigo, temen que el silencio que ahora los mantiene impunes algún día se rompa.
La justicia en Bolivia vive su peor crisis y tocó fondo. Los problemas de retardación y mora procesal, las altas tasas hacinamiento carcelario y de presos sin condena, así como los recurrentes casos de condena de inocentes por error judicial, redes de corrupción judicial y persecución política son los grandes defectos que atraviesa el sistema judicial del país. Y el más afectado es el litigante, aquel ciudadano que espera justicia y no llega.
En Bolivia no se denuncia a un juez por falta de conocimiento sobre los procedimientos para hacerlo, por desconfianza en el sistema judicial, o por la complejidad de distinguir entre errores en la interpretación de la ley y faltas disciplinarias. Las personas a menudo se sienten impotentes o no saben dónde acudir para una queja contra un juez por mal manejo de un caso.
La gente opina sobre los jueces afirmando que “los premian trasladan a otros juzgados, como si dejaran de ser corruptos”, “Varios jueces tienen muchas denuncias, pero siguen en el cargo, por ser amiguitos de alguien influyente”, “siembra pruebas para extorsionar y apropiarse de terrenos y dinero de sus víctimas”
La lucha contra la corrupción es tarea de todos, no por uno mismo, sino por la gente que no puede denunciar por su situación vulnerable. Se llama a los fuertes de carácter a denunciar y luchar hasta las últimas consecuencias. Es difícil ese camino, porque vas en contra de todo el sistema corrupto que crearon los jueces, pero al final no olviden que esos que luchas por justicia son los hijos de Dios y que serán bendecidos.
Inocentes que fueron víctimas de un sistema judicial corrupto que siembra pruebas. También por la retardación de justicia y la indiferencia de quienes debieron protegerlas.
