Cuando se confirmó el primer caso positivo de COVID-19 en Cochabamba, el 13 de marzo pasado, la incertidumbre y el temor se apoderaron de los cochabambinos. No se conocía realmente los alcances de este nuevo coronavirus y su accionar dentro el organismo cuando lo invadía. Una espada de Damocles pendía sobre las cabezas y amenazaba caer en cualquier momento. Después de ocho meses de cuarentena, de 17 mil personas infectadas y de la pérdida de más de 1.400 vidas humanas, el panorama se va aclarando y muestra una realidad que nadie se imaginó: el virus fue implacable con los hombres, preferemente mayores de 50 años y, más aún, con los diabéticos, hipertensos, con problemas de sobrepeso y otras patologías de base.
Se entiende por letalidad al porcentaje de decesos entre los casos positivos y está relacionada a la capacidad de atención del sistema de salud y a las comorbilidades.
La presencia del virus, los factores de riesgo como ser la obesidad, el nivel alto de azúcar en la sangre, los problemas cardiovasculares, y un deficiente e insuficiente sistema de salud, crearon el cóctel letal. Agencia