Más de 130 personas murieron, más de 4.000 resultaron heridas y cientos de miles se quedaron sin techo tras las dos enormes explosiones ocurridas en Beirut que devastaron barrios enteros de la ciudad, mientras los socorristas continuaban buscando este miércoles más víctimas en medio de las ruinas humeantes.
Según un último balance provisional de la Cruz Roja, más de 130 personas han perdido la vida y más de 4.000 han resultado heridas.
El gobernador de Beirut, Marwan Aboud, indicó que hasta 300.000 personas se quedaron sin domicilio debido a los enormes daños, que estimó en más de 3.000 millones de dólares y que, según él, afectaron a más de la mitad de la capital de unos 2 millones de habitantes.
Según las autoridades, unas 2.750 toneladas de nitrato de amonio, almacenado «sin medidas de seguridad» en el puerto de Beirut, son el origen de la potente explosión, las peores ocurridas en la capital libanesa.
«La situación es apocalíptica, Beirut jamás ha vivido esto en su historia», consideró el gobernador.
Parecía un tsunami, o Hiroshima. Fue un verdadero infierno, algo me golpeó en la cabeza, y todos los objetos comenzaron a volar a mi alrededor», contó a la AFP Elie Zakaria, un habitante del barrio de Mar Mikhail, famoso por sus bares nocturnos y que se encuentra frente al puerto.
«Es una masacre. Salí al balcón, vi gente gritando, ensangrentada, todo estaba destruido», añadió.
La potencia de estas explosiones, que se consideran accidentales, fue tal que los sensores del Instituto Geológico de Estados Unidos (USGS) lo registraron como un sismo de magnitud 3,3. Y su onda de choque se sintió hasta en la isla de Chipre, a más de 200 kilómetros de distancia.
El panorama el miércoles seguía siendo desolador: los contenedores parecen latas de conserva retorcidas, los coches están calcinados, el suelo, alfombrado de maletas y papeles que salieron disparados de las oficinas cercanas.
Socorristas, con la ayuda de agentes de seguridad, buscaron durante toda la noche a supervivientes o cadáveres atrapados bajo los escombros. Las operaciones continúan.
La explosión hizo saltar por los aires las ventanas de las casas en la mayoría de los barrios de Beirut y de su periferia, y las calles de la ciudad permanecen llenas de cristales rotos.
El primer ministro, Hasan Diab, cuyo gobierno es criticado por una parte de la población y está debilitado tras la dimisión el lunes del ministro de Relaciones Exteriores, decretó para este miércoles un día de duelo nacional y prometió que los responsables «rendirán cuentas».
«Es inadmisible que un cargamento de nitrato de amonio, estimado en 2.750 toneladas, se halle desde hace seis años en un almacén, sin medidas de precaución. Esto es inaceptable y no podemos permanecer en silencio», declaró el primer ministro ante el Consejo Superior de Defensa, según un portavoz.
El nitrato de amonio es una sal blanca e inodora que se utiliza como base para muchos fertilizantes nitrogenados en forma de gránulos, aminonitratos, altamente solubles en agua. Pero también se usa para fabricar explosivos y ha causado varios accidentes industriales.
Una fuente de los servicios de seguridad indicó a la AFP que el nitrato de amonio había sido incautado en un barco averiado hace seis años y colocado en el almacén número 12 del puerto, «sin ningún seguimiento».
Varios cascos azules a bordo de un barco atracado en el puerto resultaron heridos graves, según la misión de la ONU en el Líbano.