Eduardo Mérida tras los años traumáticos y malas experiencias que, tuvo que afrontar al ser removido de la silla edil por la traición de los concejales de su misma bancada, decidió dedicarse al 100% a su familia y ejercer la abogacía.
Afirmó que no piensa regresar a la vida política, pues sus padres, esposa, hijos y sobre todo él, sufrieron con las injusticas que se cometieron.
Aseveró que todo lo pasado no vale la pena. Lamentó haberse rodeado de las personas equivocadas cuando asumió el cargo de alcalde. “No voy a regresar a la vida política, porque a veces no vale la pena, yo me topado con un grupo de concejales a los que no les interesa el desarrollo de Quillacollo”, expresó.
Eduardo atraviesa una etapa en su vida en la que afirmó quiere dedicarse al servicio de la comunidad con su profesión. Su propósito es colaborar con todas aquellas personas que están desprotegidas o algunas autoridades que por apetitos políticos son víctimas de la traición, y castigan su honestidad con la cárcel, llevados a recintos penitenciarios sin haber cometido actos de corrupción.
“YA NO QUIERO EL MANOSEO”
Dijo que a esta altura de su vida ya no quiere ser víctima del manoseo político, pues es una mala experiencia por la que ya atravesó.
Recordó que fue alejado del cargo con “procesos montados” como la supuesta falsificación de su libreta militar o unos audios en los que jamás se comprobó que hubo daño económico o incumplimiento de deberes.
“Han hecho sufrir a mi familia. Ha fallecido mi suegro por la pena, a raíz de estas situaciones. A veces uno quiere hacer las cosas bien, pero se topa con una ‘fuerte maraña’ de gente que no permite trabajar por el desarrollo del municipio”, dijo a LA VOZ.
Todas las malas y buenas experiencias por las que atravesó le dieron material para escribir un libro que aseguró no es por vanidad, sino tiene el propósito de compartir lo vivido y quizás ayudar a que otras personas no pasen por lo mismo.
OTROS ALCALDES VÍCTIMAS DE TRAICIÓN
Mérida actualmente apoya en el caso del alcalde de Colcapirhua, Nelson Gallinate, quien fue acusado de supuesto sobreprecio en la compra de pruebas de antígeno nasal, ya que asevera que esta compra fue impulsada por los concejales.
Gracias a su profesión y las experiencias por las que atravesó Eduardo llegó a conocer a profundidad la Ley de Lucha Contra la Corrupción, y son la base para que pueda ayudar a personas que son atacadas y acusadas sin los fundamentos correctos. Lamentó haber visto muchos casos en los que se envió injustamente a la cárcel a personas por manipulaciones de su mismo partido.
“Soy defensor del voto y la democracia. Tumbar un alcalde es hacerse la burla de la población que va sufrir la falta de obras y un municipio postergado”, remarcó.
¿QUILLACOLLO UN MUNICIPIO INESTABLE?
Durante años Quillacollo se ha caracterizado por no permitir que el alcalde electo continúe hasta terminar su gestión, lo cual provocó el atraso y postergación de proyectos importantes en la “Tierra de la Integración”.
Sin embargo, Eduardo está convencido de que esto no es un problema causado por lo quillacolleños, sino por los malos políticos a los que “al parecer” lo que menos les interesa es el progreso de su tierra y bienestar de la población.
MI BEBITA ES ESPERANZA Y VIDA
Eduardo Mérida nació el año 1971 en Quillacollo, sus padres fueron Eulogio Mérida Rodríguez y Felicidad Balderrama Torrico, ambos ya fallecieron.
Está casado y tiene dos hijas una de 24 años y su pequeña bebita que asegura llegó como un “torbellino” para dar felicidad y paz a su vida. Su familia es su impulso para seguir adelante y es a esta a quien desea dedicar su existencia, precisamente por ello es que determinó alejarse de la vida política.
Eduardo recuerda con mucho cariño su niñez y afirma que fue muy feliz. Sus padres y nueve hermanos lo llenaron de cariño y estabilidad emocional.
Su papá fue trabajador fabril de la empresa Manaco y se crio en el barrio que lleva el mismo nombre. Recuerda a su progenitor como un hombre honesto, con fuertes valores morales y muy trabajador. Asimismo, su mamá fue una mujer muy maternal y entregada a sus hijos. (Priscila Pinell)