El consumo excesivo de azúcar ocasiona la acumulación de grasa en la zona abdominal del cuerpo. Debido al confinamiento por la pandemia del coronavirus, la gente ha aumentado la ingesta de comida chatarra y ha disminuido la actividad física. Esto nos conduce al sobrepeso y a la posibilidad de contraer diabetes y enfermedades cardiacas, dos condiciones que incrementan el riesgo de adquirir la COVID-19.
El consumo de azúcar está relacionado con mayores depósitos de grasa alrededor del corazón y en el abdomen. Esto, por sí mismo, ya constituye un riesgo para la salud. Así lo determinó un equipo de la Universidad de Minnesota, Estados Unidos, dirigido por So Yun Yi.
Cuando consumimos demasiado azúcar, el cuerpo guarda el exceso en forma de grasa y lo deposita alrededor del corazón y en el abdomen. Pero este tejido graso libera sustancias químicas en el cuerpo que pueden ser perjudiciales para la salud.
En el estudio se examinaron tanto las bebidas endulzadas con azúcar (como los refrescos, los zumos de fruta y las bebidas energéticas) como el azúcar añadido a los alimentos y bebidas para endulzarlos (por ejemplo, en el café, al cocinar o en alimentos procesados).
El equipo analizó la asociación entre el consumo de azúcar a largo plazo y los depósitos de grasa alrededor del corazón y otros órganos.
Se obtuvieron datos de un total de 3.070 participantes sanos. El consumo de alimentos y bebidas se midió tres veces en un período de 20 años (1985 a 2005). Después de 25 años (en 2010) se realizaron tomografías computarizadas del pecho y el abdomen para medir los volúmenes de grasa en el abdomen y alrededor del corazón.
Al analizar los datos recopilados, los investigadores encontraron que la ingesta de azúcar durante el período de 20 años estaba relacionada con los volúmenes de grasa acumulada medidos posteriormente. El mayor consumo de bebidas azucaradas y azúcar añadido se relacionaba con mayores depósitos de grasa alrededor de los órganos, de forma escalonada.
Lo lamentable es que el consumo excesivo de azúcar, lejos de reducirse, se ha convertido en un problema de alcance mundial para la salud. Los seis países con mayores ventas de bebidas azucaradas per cápita son Chile, México, Argentina, Perú, Estados Unidos y Arabia Saudita. Se teme que la demanda de azúcar aumente en Asia, África y Rusia.
A esta situación se añade el que, durante el confinamiento, muchas personas han descuidado su alimentación consumiendo alimentos con alto contenido de azúcar y han reducido el ejercicio físico. La ingesta de azúcar y su conversión en grasa puede ser un factor letal para la salud, más en estos tiempos de COVID-19.
Una investigación publicada por la revista European Journal of Preventive Cardiology advirtió que consumir mucha azúcar durante la emergencia sanitaria por el COVID-19 constituye un ataque a nuestra salud que no necesitamos.
En ese sentido, la doctora Lyn Steffen resaltó que tener sobrepeso aumenta el riesgo de contraer diabetes y enfermedades cardíacas. Y ambos padecimientos incrementan el riesgo de adquirir COVID-19.
Consumo excesivo de azúcar, ¿por qué?
“Los seres humanos presentan una preferencia innata a los azúcares”, dice el estudio Obesidad y azúcar: aliados o enemigos realizado por la Unidad de Nutrición Clínica y Dietética del Hospital Universitario La Paz y la Universidad Autónoma de Madrid.
En el útero, el feto está bañado en un “líquido dulce”. Y posteriormente, cuando nacen, los niños se alimentan de leche. Ya sea materna o artificial, esta tiene gran contenido en azúcares. “Por ello no es sorprendente que en la edad adulta predomine una preferencia por los alimentos dulces”.
También dice que los azúcares, además del agradable sabor, añaden una amplia variedad de cualidades favorables a los alimentos. Entre ellos, una acción antimicrobiana, aroma y textura, así como la viscosidad y consistencia, las cuales son generadoras de saciedad. Aunque la saciedad conseguida es mayor para las proteínas, la de los azucares y carbohidratos es superior a la de las grasas que son a su vez la mayor fuente calórica de la dieta.
Otra razón por la cual nos resulta tan difícil resistirnos al consumo excesivo del azúcar es que nuestro cuerpo está naturalmente dotado para detectar el sabor dulce. Las papilas gustativas, los órganos sensoriales que se encuentran en la lengua para reconocer los sabores, tienen muchos más detectores para el azúcar.
“La detección del dulzor en los azúcares es una de las tareas más importantes de las papilas gustativas”; dice una investigación dirigida por científicos del Centro Monell, un instituto independiente de Filadelfia (Pennsylvania, EEUU) dedicado a investigar mecanismos del gusto y el olfato.