Ante la escasez de dólares americanos en nuestra economía, algunos sectores hablaron sobre la posibilidad de usar euros, sobre todo para el comercio exterior, al menos con el continente europeo, ya que con la mayoría de las naciones del mundo, todo se maneja en dólares americanos.
Comencemos partiendo que la Unión Europea, es uno de los bloques económicos más importante del mundo y es el principal socio comercial al menos de 80 países en diferentes continentes. En este sentido el euro es la segunda moneda de reserva más grande del mundo y la segunda divisa más negociada a nivel internacional después del dólar estadounidense.
Sin embargo, nuestro comercio exterior con la UE es muy limitado, con datos a febrero de 2024, el único país al cual exportamos un valor importante fue a Bélgica, por $us. 61,2 millones, luego Países Bajos con $us. 43,9 millones y el resto de los países el comercio es muy pequeño.
En cuanto a las importaciones con la UE, el volumen y el valor también es reducido. De enero a febrero 2024 con países como Alemania, España, Suecia, Italia y Francia, solo importamos por un monto de $us. 114,2 millones. Lo que compramos del resto de naciones miembro de ese grupo económico es muy bajo, sin peso importante en nuestro comercio exterior.
En este contexto se puede considerar viable usar el euro para nuestro comercio exterior, siempre y cuando se haga un acuerdo multilateral con la UE o con alguno de sus países miembros para que las transacciones comerciales sean con esta divisa. Sin embargo, se ha demostrado que el movimiento económico es pequeño.
Si la finalidad es que aminoremos el uso y/o escasez de dólares, el efecto será mínimo. Además, dependerá de las exigencias y normas que establezcan de manera comercial y monetaria con la UE, que hasta el momento las transacciones de hacen en dólares.
Finalmente, hay que recalcar que el tipo de cambio del euro respecto a nuestra moneda local es de Bs. 7,46 para su compra, por ende, es más caro que el dólar oficial pero más barato que el dólar paralelo. Pero su oferta y su uso en la economía nacional aún es muy bajo, por lo tanto el euro no se avizora todavía como un sustituto del dólar americano.
En conclusión, ni el euro, ni los exportadores, ni el mismo Keynes o Adam Smith podrían solucionar esta escasez de dólares en Bolivia si es que no se hace un reajuste estructural en nuestra economía, si es que deseamos una solución a largo plazo, y la manera de administrarla. Para ellos se debería ir menos por lo político y más por lo pragmático, que en una sociedad tan dividida y sumergida en una marcada polaridad ideológica, hace de esto un viaje cuesta arriba. Lic. Luis Fernando Romero Torrejón