Era una situación insostenible. Ese sector de la frontera entre Mozambique y Sudáfrica se había convertido en territorio bélico y la vida de varios animales salvajes corría mucho peligro, sobre todo la de los rinocerontes. Esta criatura con más 50 millones de años en la tierra entró en peligro de extinción. A principios del siglo XX, había unos 500.000 rinocerontes sanos viviendo entre África y Asia. Hoy, triste y asombrosamente, son menos de 30.000 y el 85% de los sobrevivientes están el Parque Nacional Kruger de Sudáfrica, a donde los jóvenes de las aldeas rurales del sur de Mozambique cruzaban para asesinarlos. Existe una gran demanda de cuernos de rinoceronte, que vale incluso más que el oro, debido a sus beneficios medicinales y su simbolismo de status. Pero también les arrancan la piel. En 2016, tras un largo período de muertes, arrestos y cazadores asesinados, los miembros de la fundación ‘Wild and Free’ dijeron basta y se trasladaron a territorio enemigo con bandera blanca. “¿Cómo podemos ayudar?”, preguntaron. “Fútbol”, fue la impensada pero maravillosa respuesta.
Así nació el torneo bautizado como ‘The Rhino Cup’ (“La Copa del Rinoceronte”), una liga de fútbol que mantiene a los jóvenes ocupados y motivados, que evita que sean reclutados por los sindicatos de crimen organizado para convertirse en cazadores furtivos. Era una alternativa muy elegida entre los hombres y mujeres que necesitan dinero para sobrevivir. Se trata de personas extremadamente pobres, que viven en el medio de la nada y deben caminar kilómetros solo para obtener un balde de agua. La caza furtiva de animales se convierte una salida rápida para conseguir algo de dinero. Pero ahora tienen otra opción: jugar a la pelota.
Si bien los guardaparques tienen la potestad para disparar a los cazadores furtivos, eso no lograba resolver el problema. Se llegó a un punto donde el número de muertes de rinocerontes superaba a los nacimientos. Ahí fue cuando el balón se transformó en el elemento para combatir contra la caza de un animal que es sacrificado porque la comercialización de sus cuernos se transformó en una gran mercancía en Asia, principalmente en China y Vietnam. El fútbol llegó para combatir a esa red clandestina. Y realmente da batalla.
Fue en 2017 que finalmente se lanzó la primera edición de la ‘Rhino Cup Champions League’ (RCCL) con 12 equipos y 204 futbolistas. Lograron darles un propósito diferente a los humildes habitantes mozambiqueños que eran incitados a cruzar una cerca y matar animales para subsistir. Ahora buscan superarse dentro del campo de juego y el espíritu competitivo del deporte les evita caer en esa actividad ilegal. Al año siguiente se formó un comité para regular el torneo y la temporada duró 6 meses.
“Para mí, la RCCL trajo un cambio, una evolución y mejoró a nuestra localidad. La tasa de muertes y prisioneros por la caza del rinoceronte ha disminuido aquí en Sabie, y eso ya es un importante para nuestra sociedad. El torneo se ha convertido un estilo de vida para niños, adolescentes, jóvenes e incluso para los ancianos. Hay mucha creatividad y motivación para los jugadores, en resumen, hay una gran calidad para el perfil de la sociedad. La RCCL es nuestra esperanza, es nuestra salud, es nuestra alegría y también es nuestro mayor cambio”, explica Bito Billa, jugador Club de Corumana y máximo goleador del certamen en diálogo con el sitio web de ‘Wild and Free Foundation’.
Los partidos se disputan generalmente los sábados y entrenan dos veces por semana. La fundación ha conseguido patrocinadores individuales para cada equipo y recibe donaciones, por lo que se encarga de suministrar a cada equipo el calzado y las pelotas. El desarrollo del campeonato ha generado 67 nuevos empleos en el último: 28 árbitros, 13 miembros del comité organizador y 24 choferes de equipo. Ha mejorado incluso la interacción entre las distintas comunidades, antes no tenían diálogo.
El año pasado este certamen dio el salto definitivo. Se agregaron seis equipos conformados por chicos de las escuelas (edad secundaria) y nacieron seis equipos femeninos, lo que involucró a un total de 420 jugadores y entrenadores. Varias aldeas cercanas se sumaron al fenómeno y los partidos finales contaron un aforo de 1.300 espectadores. Todo por el fútbol, que logró enamorar a una comunidad sumergida en la matanza ilegal de animales salvajes.
Ahora el campeonato está lógicamente interrumpido por la pandemia de coronavirus, pero en 2020 ya cuentan con 24 equipos: 14 del torneo masculino y 10 de la liga femenina. Por ejemplo, Club de Corumana, Dakar FC, Tchuela FC, Agri-Sul FC, Mahungo FC y Chelsea FC son algunos de los nombres de los elencos. En total hay aproximadamente 600 jugadores, más los entrenadores y directivos, lo que ha impactado directamente en el número de rinocerontes cazados furtivamente y también en la cifra de cazadores que acaba asesinados o detenidos.
Según informa el sitio web de ‘Wild and Free Foundation’, en 2019 los funcionarios del Parque Nacional Kruger estimaron que gracias la creación de este campeonato de fútbol se salvaron un promedio de 10 rinocerontes por mes, y las estadísticas de las aldeas muestran una reducción del 90% en el número de muertes y arrestos de hombres jóvenes mientras dura la competición, que se juega de abril a septiembre.
Los documentalistas ‘Embassy Media’ pasaron más de tres años en África recopilando material y el campeonato tiene su propia película de 52 minutos llamada ‘The Rhino Cup’. Su director es el cineasta Myles Pizzey, de 45 años, que se enamoró de Sudáfrica cuando viajó a la Copa Mundial de la FIFA 2010.