La crisis de poder en la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) no tiene salida. Ya pasaron tres meses y medio de la muerte de César Salinas, ocurrida el 19 de julio, y la pugna para ocupar su cargo entre los dos vicepresidentes, Robert Blanco y Marcos Rodríguez, continúa, y el principal perjudicado es el fútbol, pues por las posturas encontradas ni siquiera se ha definido cuando se reanuda el torneo de la División Profesional, la repartición de los premios para los torneos internacionales de 2021 y los descensos y ascensos.
Ante este inconveniente, un sondeo entre exjugadores, entrenadores y periodistas dejó como conclusión que la gente del fútbol pide a gritos una intervención de la FIFA, y si se puede junto al Estado y la justicia ordinaria. “No hay otra solución a corto plazo”, coincidieron. En realidad, ninguno de los enfrentados ha cedido. Por un lado, está Blanco, presidente de la FBF respaldado por un amparo constitucional, y que asegura que el anterior estatuto federativo lo da como primer vicepresidente y por ello debe asumir el cargo de Salinas. Rodríguez, que es reconocido por el comité ejecutivo de la FBF y la Conmebol, afirma que el estatuto actual lo nomina como primer ‘vice’ y como mandamás federativo. Esta pelea ha generado dos frentes entre los 14 clubes, uno denominado G-8 y que está con Rodríguez, y el otro llamado el G-6, que respalda a Blanco.
Juan Manuel Peña y Carlos Borja, exjugadores, fueron claros. “El gran problema es dirigencial. El Deber.