Su adusto rostro desentona. Su cuerpo claudica ante el Laxed, un éxito yanqui, adaptado: “Soy del MAS…”. El aymara impulsor de la cosmovisión y filosofía indígena se entrega al Tik Tok chino para promocionar su candidatura. Luego baila tarqueada en Ayopaya. “Todos los seres humanos somos parte de una gran familia”, argumenta David Choquehuanca Céspedes.
Al paceño de 59 años le faltan horas y le sobran fuerzas. “Se levanta a las 5:00, comienza sus reuniones. Su jornada termina en promedio a la 1:00”, detalla uno de sus colaboradores. “En mis tiempos libres de campaña estoy leyendo un libro que se llama Wiphala”, cuenta el aspirante a la vicepresidencia por el Movimiento Al Socialismo. Sus otras banderas son el amuyu (su ideología) y el yuyay (pensamiento propio).
“Somos de la cultura de la paz, de la ideología de la hermandad, de la armonía, de la felicidad”, resalta. Por eso está dispuesto a “buscar acercamientos con todas las fuerzas políticas”, si el MAS no logra mayoría en el Congreso. Habla con la convicción asimilada en las aulas del colegio de secundaria de Cota Cota baja. Ahí, a orillas del lago Titicaca, entre sembradíos de quinua, soñaba con la filosofía indigenista que ahora es su motor.
“En estas elecciones, en el departamento de Santa Cruz vamos a dar sorpresas”, adelanta. Su voz grabada se confunde entre tarkas y tambores. Aprovecha el viaje de cuatro horas, por tierra -hasta la provincia Ayopaya, en Cochabamba- para responder a las preguntas de Página Siete, después de cuatro días de insistencia en busca de sus respuestas que aporten a la ciudadanía. Dicen que no tiene tiempo para más. La gente lo espera con una lawa de jankaquipa.
Para el excanciller, Bolivia apenas comienza a transitar por la ruta del Qhapaq Ñan, un camino incaico con fisuras como las de Chaparina, donde un 25 de septiembre de 2011 -en el gobierno de Evo Morales- indígenas de una marcha de originarios que se dirigían del oriente a La Paz en rechazo a la construcción de una carretera a través del Tipnis y en demanda del respeto a su territorio, fueron gasificados, golpeados, maniatados y trasladados en buses desde ese lugar hasta Rurrenabaque.
“Hablamos de volver al camino de la verdad. Hay mucha mentira, hay mucho engaño, hay mucha división”, manifiesta el hombre que habla poco de su familia. “Tengo mi compañera y mis hijos”, desliza y detalla que “bañamos a los perritos, les cortamos el pelo. Nos gusta cocinar los fines de semana, preparamos nuestros alimentos”. Prefiere la polera del Municipal, con el 13 en la espalda. “Me gusta el número”. Ríe. “Me atrae”, refuerza.
En su carrera hacia las urnas, se entrena. Sabe de eso. “Me gusta trotar. Tengo una caminadora en mi casa”, cuenta Choquehuanca que elige las preguntas y responde en audios de WhatsApp con la tranquilidad de saber que no habrá repregunta. Agencias