A sus 36 años, ReynhardSinaga fue destapado como el violador en serie más peligroso del mundo. En Manchester, a donde se mudó para completar sus estudios y huir de su conservadora familia, atacó a más de 195 hombres, la mayoría heterosexuales, a los que drogó antes de abusar sexualmente de ellos y grabar lo sucedido en vídeo. A pesar de que el número de víctimas no para de crecer, un jurado británico le condenó a pasar un mínimo de 30 años en prisión por 148 violaciones, 48 abusos sexuales y 15 ataques indecentes en un periodo de apenas dos años y medio.
Entre las pruebas presentadas han aparecido indicios de 195 víctimas, aunque 70 de ellas no han podido ser localizadas y la policía no descarta que el número final sea muy superior. A pesar de que ante los tribunales solo se presentaron 48 casos durante los cuatro juicios que se han llevado a cabo en secreto, la policía encontró ‘trofeos’ de otras víctimas como archivos de vídeo, carnets de identidad, teléfonos móviles o carteras.
La jueza SuzaanneGoddard, que le condenó a pasar no menos de 30 años en prisión, le definió como «un individuo peligroso, profundamente perturbado y pervertido» al que nunca sería seguro volver a poner en libertad. Sinaga, que vivía en un apartamento cercano al Gay Villagemancuniano, uno de los más icónicos del país, procedía de una rica familia indonesia y estaba dilatando su estancia en el Reino Unido para no tener que volver a su país, donde sus padres querían que se casara y sentase la cabeza y donde la homosexualidad es un delito en algunos de sus estados.
«Su padre es un hombre muy rico, tienen una mansión en el centro de Yakarta», asegura uno de sus amigos al Daily Mail, donde cuenta que el violador tiene una hermana y un hermano pequeños y que vivía obsesionado con las SpiceGirls. «Su familia era consciente de que no era un chico normal, pero cada vez que viajaba a Indonesia cambiaba su ropa y su color de pelo».
A pesar de que él nunca escondió sus inclinaciones sexuales en Inglaterra, la desconexión entre Reynhard y su familia era tal que ni siquiera su padre, un magnate inmobiliario del sudeste asiático, era consciente de que su hijo era homosexual. Su estrategia, según han publicado la investigación, consistía en hacerse pasar por un buen samaritano que, tras invitarlos a su apartamento en el centro de la ciudad, los drogaba y abusaba sexualmente de ellos. Para ello aprovechaba su trabajo como voluntario en la iglesia anglicana de StJohn’s and StChrysostom’s, ubicada en el barrio de Rusholme, y con ese pretexto se acercaba a los jóvenes que salían de las discotecas cercanas al lugar.
Según ha revelado el tabloide británico, en una conversación con uno de sus amigos este le asegura: «¡Joder cariño todas las semanas consigues un hetero nuevo!». A lo que Sinaga responde; «Es la hostia, es la poción negra del amor. Mánchester es una ciudad mágica. Ciudad de romances y del amor gay. Toma un sorbo de mi veneno secreto, te hará enamorarte. Solo un sorbo será suficiente».
Las autoridades han admitido que el caso puede ser incluso mayor de lo juzgado, ya que los cargos por los que se le ha condenado se comprimen entre enero de 2015 y junio de 2017, apenas dos años y medio, y Sinaga lleva en el Reino Unido con una visa de estudiante desde 2007. Por el momento, y a tenor de una línea de asistencia a las víctimas abierta por la policía, se han recibido al menos 30 llamadas más que podrían crear nuevas vías para la investigación.
Durante los años en que estuvo en el país, Rey, como se le apodaba, hizo un máster en Planificación Urbana y otro en Sociología en la Universidad de Mánchester. Más tarde, comenzó un doctorado en Geografía en la Universidad de Leeds, una ciudad cercana, a donde viajaba para que supervisasen su tesis: ‘Sexualidad y transnacionalismo en el día a día. Hombres bisexuales y homosexuales del sudeste asiático en Mánchester’. Cuando fue detenido y procesado, fue expulsado y se dieron por finalizados sus estudios, que muchos profesores habían considerado antes que no tenían la calidad mínima necesaria. Agencias