La mujer de 35 años, casada y con hijos en edad escolar, era profesora suplente de la escuela Princes Risborough en el condado de Buckinghamshire, en Inglaterra. Allí conoció a un alumno de 15 años con el que se obsesionó.
Lo persiguió, lo acosó con mensajes y fotos, y finalmente abusó sexualmente de él. Un jurado la declaró culpable en los tribunales de Aylesbury.
“Todo comenzó una tarde de deportes, cuando ella se acercó a él y tomó prestado su teléfono”, dijo el fiscal Richard Milne durante su alegato. “En posesión del teléfono, puso sus datos en su cuenta de Snapchat. A él le pareció un poco raro”, prosiguió Milne, según la transcripción del Daily Mail.
Entonces empezaron los mensajes al adolescente. Le contaba cuando se iba a bañar, y le hacía preguntas totalmente inapropiadas. “¿Te gustan los senos o los glúteos?”, le preguntaba. Luego comenzaron las fotos de ella desnuda y rodeada de juguetes sexuales.
“Cuando estemos en clase, vamos a ver si nos ponemos lo más calientes posible sin que los demás se enteren”, le escribió en una ocasión.
Una de las tantas fotos que le envió Barber al joven terminó exponiendo la relación prohibida. Circuló tanto en la escuela que llegó a los ojos del director, que la despidió y presentó una denuncia contra ella.
A esa altura de los acontecimientos, Barber ya había abusado sexualmente de él. Según el relato de la fiscalía, llevó al menor de edad a un campo y mantuvieron relaciones sexuales junto a un fardo de heno.
Barber ya había sido enjuiciada por el envío de las fotos. Había sido condenada por hacer que un niño viera un acto sexual estando en una posición de confianza, pero absuelta del cargo de incitar a un niño a participar en actividades sexuales.
Barber no mostró ninguna señal de arrepentimiento ni de pena cuando le leyeron el veredicto, luego de que el jurado se tomara 10 horas y 39 minutos de deliberación.
Daniel Barber, el marido de Kandice, apoyó en todo momento a la profesora. Hasta declaró como testigo en su defensa, diciendo que su relación era “tan fuerte como siempre”. Consultado por la prensa por el veredicto, se mostró enfurecido. “Es una broma”, exclamó.
Ni bien Barber salió del tribunal, él la tomó de la mano. Los dos caminaron así, juntos, hasta que se subieron a un auto y se fueron.