Apenas cae la noche, los carros fúnebres hacen fila frente a un cementerio de la capital de Nicaragua en plena pandemia de coronavirus que, según organismos independientes, ha dejado muchas más víctimas de las que reconoce el gobierno de Daniel Ortega.
Después de una larga espera, uno de los vehículos ingresa al camposanto Jardines del Recuerdo donde, bajo una fuerte lluvia, viento y truenos, los trabajadores de la funeraria se desinfectan y luego entregan un ataúd sellado a cuatro sepultureros. Tres de ellos bajan el cuerpo a una fosa, a la tenue luz de un foco, mientras otro les aplica desinfectante para evitar el virus. Agencias