En un acto de justicia, Wang Yun, una maestra de guardería responsable de la muerte de un niño y las heridas de otros 24 al envenenar sus platos de avena con nitrito sódico, finalmente fue ejecutada en el centro de China el fin de semana. Wang, de 39 años, había apelado su sentencia, dictada en septiembre de 2020 por el tribunal popular intermedio de la ciudad de Jiaozuo, en la provincia de Henan. Sin embargo, el mismo tribunal la escoltó hasta el campo de ejecución y llevó a cabo la sentencia de muerte.
La educadora había comprado nitrito de sodio, que es producto químico usado sobre todo para la conservación y antioxidación de las carnes y embutidos, pero que en dosis elevadas puede ser muy tóxico. Este mismo lo utilizó en la guardería donde trabajaba para vengarse de un profesor con el cual había tenía una discusión.
El hecho ocurrió, precisamente, el 27 de marzo de 2019 cuando agregó nitrito de sodio en el arroz que consumieron los menores que estaban a cargo del maestro con el que ella había discutido. A raíz de su insólita venganza, 25 chicos se intoxicaron con la sustancia y uno de ellos, que tenía tan solo 10 meses de vida, murió el enero de 2020, por un fallo orgánico múltiple provocado por el envenenamiento.
China ejecuta a un alto número de personas cada año, según estimaciones de la ONG de derechos humanos Amnistía Internacional, aunque el país asiático no publica datos oficiales sobre las ejecuciones. En este caso, la ejecución de Wang Yun es un recordatorio de la firme postura de China contra los delitos graves y su compromiso con la protección de la vida y la seguridad de sus ciudadanos, especialmente los más vulnerables, como los niños.
La decisión del tribunal de llevar a cabo la sentencia de muerte después de cuatro años de apelación pone fin a este trágico capítulo y envía un mensaje claro de que los actos de violencia y crueldad no serán tolerados en la sociedad china. Agencias