Benoit era una estrella de la WWE, la compañía de lucha libre más famosa de Norteamérica. Nacido en Canadá, necesitó solo 18 años para volverse profesional y a los 25 ya ostentaba el título de campeón mundial. Admirado por millones de niños, respetado por sus colegas y protagonista de una vida de lujo, este hombre de 40 años parecía tenerlo todo. Acostumbrado a ganar más de medio millón de dólares al año, se había mudado hacía tiempo junto a su segunda esposa y a su tercer hijo a Fayetteville para alejarse de los flashes que lo aturdían en las grandes urbes. Aquella mansión de USD 900 mil se convirtió ese fin de semana en la escena del crimen.
Luego de no recibir respuesta, los agentes de la policía saltaron las rejas e ingresaron al lugar con la ayuda de unos vecinos que se encargaron de distraer a los perros de la familia. Lo primero que encontraron en el interior de la propiedad fue el cadáver de Benoit colgado de una de las máquinas del gimnasio que se había construido. Pero eso no era lo peor. En la planta baja hallaron un cuerpo tapado con toallas, atado de pies y manos, y con una biblia apoyada encima. En el segundo piso, sobre la cama del joven Daniel, había otro cuerpo más pequeño, cubierto de manera similar y también con una biblia encima. A las 16.15 el departamento del Sheriff le informó al mundo que Chris Benoit se había suicidado luego de -probablemente- haber asesinado a su esposa y a su hijo.
La prensa de todo el planeta se hizo eco de la noticia de inmediato y la WWE se vistió de luto ante la sorpresa de saber que uno de sus máximos héroes no solo había muerto, sino que además era un villano. Desde entonces, Scott Ballard, fiscal de distrito, se puso a trabajar para comprender qué había ocurrido el fin de semana más oscuro de la historia de la lucha libre. Agencias
La autopsia a los cuerpos reveló que la primera asesinada había sido Nancy. Horas más tarde, despertó y estranguló a su hijo de siete años, quien padecía el síndrome X frágil. Luego de pasar más de un día con los cadáveres bajo, se ahorcó utilizando una máquina de su gimnasio personal. Agencias