Evo Morales manejó una agenda intensa en sus dos últimas visitas a Lima. Se reunió con sindicatos, sectores sociales, políticos y autoridades. Algunos encuentros fueron públicos, pero otros no. El expresidente habló con autoridades peruanas de la posibilidad de exportar gas al sur del vecino país o de instalar líneas de teleférico en ciudades como Puno o Juliaca. También conversó sobre el tren bioceánico y la venta de urea. Eso lo hizo a nombre del Estado boliviano. Todavía quedan reuniones pendientes para sellar acuerdos. Una persona se comunicó el mediodía del 12 de agosto con el dueño del restaurante Mi Barrunto, en Lima, para avisar que iba Evo Morales y que quería reservar el tercer piso del local. El expresidente llegó al negocio gastronómico junto a 11 personas, que en su mayoría eran funcionarios de la embajada boliviana en Lima. Él pagó toda la cuenta. Lo mismo hizo días antes en otro lujoso restaurante de la capital peruana, pero esa vez invitó la cena a políticos.