Bolivia está en la peor fase del coronavirus. Los epidemiólogos la identifican como la fase 4 o de contagio sostenido. De acuerdo con los cálculos realizados por el Ministerio de Salud, se prevé que esta etapa dure unas siete semanas (poco menos de dos meses). Se calcula que esto sea durante julio y agosto. Si las proyecciones se cumplen, en septiembre comenzaría la desescalada o el descenso de contagios.
Los bolivianos sabían que el virus temido en el mundo llegaría, era cuestión de tiempo y, sin embargo, agarró a una Bolivia ‘mal parqueada’. Sin la cantidad de Unidades de Terapia Intensiva (UTI) mínimas, sin los equipos de bioseguridad y sin la preparación emocional y técnica del personal de salud.
Para muestra, el primer caso en el departamento cruceño. La mujer de San Carlos que tuvo que peregrinar perseguida por las cámaras y despreciada por médicos y enfermeras, atemorizados por el Covid-19, que ya había hecho estragos en países con un mejor sistema de salud.
Para muestra también la cantidad de personas muriendo en ambulancias y en casas por falta de espacios y equipos, cuando ni siquiera había estallado la pandemia.
Ya pasaron cuatro meses –y cuatro ministros de salud- desde ese primer momento y las cosas se fueron arreglando en el camino. La cuarentena temprana ayudó, lo reconoció el Ministerio de Salud.
Hoy Bolivia supera los 60.700 casos (los oficiales) y los 2.200 decesos y tiene más de 18.800 recuperados. El coronavirus ya está en cada rincón, hasta en medio de los pueblos indígenas, se encamina al pico máximo, y con la gente ya en las calles debido a la necesidad.
Lo peor no ha pasado, y aunque la población esté cansada de escucharlo y leerlo, ya el jefe nacional de Epidemiología lo repitió a EL DEBER. “No tengo tranquilidad ni preocupación, siento angustia porque la situación nos está poniendo al borde de una transmisión explosiva y masiva, podemos estar como en Perú, Chile o Ecuador y tenemos muchas deficiencias en salud”, reconoció.
Según un informe epidemiológico del Covid-19 en Bolivia, el país se encuentra en la fase de contagio ascendente sostenido, es decir la fase 4, comportamiento que presenta variaciones en los diferentes departamentos; la fase 5 es la del máximo de casos y la 6 de la desescalada.
Epidemiológicamente, se espera que la fase de contagio sostenido dure aproximadamente 6 a 7 semanas, de acuerdo al análisis de la situación en varios países. Para llegar al pico en la primera o segunda semana de agosto, la fase de meseta se espera que dure un periodo sostenido de dos semanas y el inicio de la desescalada a partir de este punto, por lo que, en resumen, se aguarda que la fase más importante de la pandemia dure alrededor de casi dos meses antes del inicio del descenso de los casos.
Según el reporte, actualmente todos los departamentos continúan en ascenso y el eje troncal -con mayor población- muestra claramente una tendencia de ascenso de contagios; sin embargo, Santa Cruz estaría por las proyecciones realizadas al principio de la pandemia, ya en la meseta de los casos. Al parecer, en los últimos reportes la cantidad de contagios se mantenía en 700 confirmados por día -en promedio-, sin embargo, se debe hacer el seguimiento aproximado de casos. Agencias