El mismo Brasil que aclama a sus ‘cracks’ negros le da la espalda cuando alguno de ellos quiere sentarse en el banquillo como entrenador, consecuencia del racismo y de prejuicios heredados de la esclavitud que aún hacen estragos en el país.
El campeonato de fútbol de primera división, en el que participan veinte equipos, solo cuenta con el entrenador negro del Goiás, Jair Ventura, hijo del mítico atacante Jairzinho, campeón del mundo en México-1970. También se le sumó Marcão, oficializado en el banquillo del Fluminense.
Y lo más habitual cada temporada es que no haya ninguno, pese a que en la liga brasileña muchos jugadores son negros y un largo etcétera de entre ellos ha maravillado.
«Lo más impresionante de ese dato no es que no haya entrenadores negros (…), sino que ese debate ni siquiera existe en el fútbol brasileño», dice Marcelo Carvalho, contra el racismo en el Fútbol de Brasil.