La polémica exnovia de Evo Morales, Gabriela Zapata, salió en libertad luego de haber permanecido en la cárcel cinco años y nueve meses, pese a que su sentencia era de 10 años de prisión por legitimación de ganancias ilícitas y otros delitos.
Para acceder al beneficio de la libertad condicional debió cumplir dos terceras partes de su condena, es decir, debió estar presa seis años y seis meses. Sin embargo, el juez que le otorgó el beneficio argumenta que Zapata consiguió previamente la redención de la pena que le faltaba cumplir, un beneficio que se otorga a los privados de libertad que trabajan o que estudian.
En el caso de la exnovia de Morales habría acreditado estudios a distancia, lo que no deja de llamar la atención, pues las privadas de libertad no tienen acceso a celulares ni a computadoras, a no ser que la cárcel le hubiera proveído de ese beneficio, el mismo que debería hacerse extensivo a todas las detenidas, entre ellas, la expresidenta Jeanine Añez, quien hasta ahora no tiene acceso a medios de comunicación.
Más allá de los detalles de cómo obtuvo su libertad, lo que queda en el fondo son las preguntas sin respuestas sobre lo que verdaderamente hizo Zapata en su condición de exgerente comercial de la empresa china CAMC, que accedió a contratos estatales por más de 500 millones de dólares de parte del Estado.
Si ella consiguió esos contratos usando las influencias de las que gozaba por ser la exnovia de Morales y la supuesta madre de un hijo de ambos que nunca apareció, entonces la pregunta es ¿dónde está el dinero con el que se hizo millonaria? ¿Por qué no se hizo una investigación imparcial y de fondo sobre la adjudicación de esos contratos? ¿Era CAMC la empresa más idónea para adjudicarse esos contratos? ¿Existe responsabilidad de Zapata, de Morales y de los ministros de aquella época en esas adjudicaciones?
Lo demás es novela, una novela que los bolivianos consumieron con avidez porque una jovencita había sido novia de Morales y, según el mismo expresidente, ella había dado a luz a un hijo que “lamentablemente falleció”. Si bien la justicia determinó que el hijo no existió y que fue un invento de Zapata, lo cierto es que jurídicamente Ernesto Fidel Morales Zapata sí existió y que la exnovia de Morales utilizó ese certificado de nacimiento para abrirse puertas en empresas y oficinas del Estado y traficar influencias.
Zapata está libre y, vaya casualidad, obtuvo el beneficio el mismo día en el que Evo Morales pretendía extender sus glorias pasadas con una marcha que llegó a La Paz para apoyar a Luis Arce. La exnovia que le hizo perder la cabeza salió a aguarle la fiesta, otra vez. Eso es parte de la novela, lo que importa es el dinero.
(Columna de opinión de Página Siete publicada ayer)
VIVIRÁ EN COCHABAMBA
Zapata ingresó a la cárcel por el caso que involucra a la empresa china CAMC y hasta el momento no se recuperó ni un centavo de las inversiones del Estado cuando ella era gerente comercial. Esta firma se adjudicó cinco de siete contratos que la transnacional china suscribió con el Estado boliviano por un monto total de $us 566 millones.
Fue aprehendida el 26 de febrero de 2016 y un juez la remitió al penal de mujeres del barrio de Miraflores, en La Paz. Zapata fue sentenciada por los delitos de falsedad ideológica, uso de instrumento falsificado, contribuciones y ventajas ilegítimas, legitimación de ganancias ilícitas, uso indebido de bienes y servicios públicos, además de asociación delictuosa.
La exnovia de Morales salió de la cárcel el pasado 29 de noviembre en medio de críticas, por supuesto trato preferencial.