Un calor asfixiante, un remolque de un camión abandonado y en su interior una escena macabra. Sucedió al suroeste de San Antonio, Texas, a 250 kilómetros de la frontera con México, donde las autoridades se encontraron con decenas de inmigrantes muertos, sin aire acondicionado ni agua. La cuenta de fallecidos el lunes por la tarde en el tráiler y sus alrededores era de 46, una cifra que el día martes ha ascendido hasta los 50, en una tragedia que a buen seguro reabrirá el debate sobre la seguridad en la frontera en Estados Unidos.
Al menos otras 16 personas -incluyendo cuatro niños- han sido trasladadas a hospitales para ser atendidas, en mal estado por deshidratación y agotamiento, con «cuerpos calientes al tacto», en palabras del jefe de bomberos de San Antonio, Charles Hood. Tres fallecieron en el Centro Médico Baptista de la ciudad texana, de acuerdo a una portavoz, en uno de los incidentes más trágicos de los últimos años en la frontera y con similitudes al registrado hace cinco años en el estacionamiento de un Walmart de San Antonio. En esa ocasión 10 inmigrantes fueron hallados muertos dentro de un camión.
La policía ha confirmado que encontraron a tres personas cerca del remolque que, probablemente, perdieron la vida dentro del tráiler, pero que se cayeron cuando se abrió la puerta trasera. Las autoridades aún están investigando las causas de la muerte de los inmigrantes, aunque no descartan que la ola de calor que sacude Texas haya tenido mucho que ver en el trágico desenlace. El lunes se registró una máxima de 38 grados en esa zona del país.
Un empleado de un negocio cercano fue el que descubrió los cuerpos después de escuchar a alguien pidiendo ayuda poco después de las seis de la tarde. El ministro de Asuntos Exteriores de México, Marcelo Ebrard, ha confirmado que 22 de los fallecidos son mexicanos y que también hay siete guatemaltecos y dos hondureños.
El presidente del país vecino, Andrés Manuel López Obrador, ha calificado de «tremenda desgracia» lo sucedido y ha añadido que el tema migratorio centrará la agenda de la reunión prevista con su homólogo estadounidense, Joe Biden, el próximo 12 de julio en Washington. López Obrador ha indicado que la muerte de 50 inmigrantes «es la amarga prueba de que tenemos que seguir insistiendo en apoyar a la gente para que no tengan la necesidad de abandonar sus pueblos».
En EEUU, y especialmente en Texas, los ataques a la Casa Blanca por lo sucedido no se han hecho esperar. El gobernador del Estado más extenso del país, el republicano Greg Abbott, ha culpado directamente a Biden de las muertes. «Son el resultado de su política de fronteras abiertas», ha dicho. En la misma línea se ha manifestado el director del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EEUU durante la administración del presidente Donald Trump, advirtiendo del aumento del tráfico de inmigrantes escondidos en camiones. «Entre las fronteras abiertas y la falta de oportunidad de deportación, la gente más vulnerable del planeta se pondrá en manos de carteles criminales en pos de la promesa que les han hecho Biden y (Alejandro) Mayorkas», en referencia al secretario de Seguridad Nacional de EEUU.
El presidente estadounidense, por su parte, ha denunciado «la fanfarronería política» y el oportunismo de los republicanos al calor de la tragedia, además de destacar los esfuerzos que está realizando su gobierno para acabar con los ‘coyotes’ y las mafias de tráfico de personas en la frontera con México. Agencias