Iglesias eran usadas como cementerios durante la época colonial

A lo largo de los 210 años que tiene nuestro departamento la sociedad fue cambiando y adecuándose a cada época, teniendo como una memoria de nuestro pasado los edificios históricos, plazas y las historias que nos cuentan nuestros abuelos de aquella Cochabamba de antaño.

Sin embargo, muchos pasajes de la historia de nuestra llajta, que antes fue nombrada Villa de Oropeza, van quedando en el olvido tal como la tradición de enterrar a tus seres queridos en iglesias o sus cercanías.

La historiadora Marlen Lara cuenta que, durante la época colonial, era algo normal que en los laterales y partes traseras de las iglesias existan cementerios, dejando solo la parte delantera libre para el ingreso de los feligreses.

Entre los cementerios más solicitados estaban: la Catedral, San Agustín, San Francisco, La Merced, Santo Domingo; mientras que los conventos religiosos de Santa Teresa y Santa Clara contaban cada uno con un cementerio privado para enterrar a las religiosas. El cementerio para personas de escasos recursos se encontraba en cercanías del convento y hospital San Juan de Dios, dónde hoy se encuentra la calle Calama.

La historiadora cuenta que muchas de las personas de aquella época detallaban en sus testamentos dónde ser enterrados, por lo que sus familias debían cumplir su última voluntad haciendo la solicitud al párroco de la iglesia e incluso debiendo pagar para un espacio. Aunque en otros casos eran los familiares quienes decidían le lugar de la tumba.

Pero esta costumbre, significaba un problema sanitario, pues los feligreses debían soportar los olores de los cuerpos en descomposición, por lo que autoridades de la época decidieron instaurar un “enterratorio general” a los pies de la colina San Sebastián, donde hoy se encuentra el Cementerio General.