En las profundidades de un bosque suizo, una pequeña niña creció lejos de toda civilización, ajena al mundo moderno actual que puede vivir cualquier niño dentro una sociedad. Su padre, en un acto de aislamiento extremo, la secuestró y la crio junto a sus hermanas en un entorno salvaje, llamada ‘niña lobo’.
Esta historia, es como si hubiera sido sacada de una novela de aventuras, donde cobró vida en el pasado mes de marzo en Coín, Málaga; cuando varios agentes policiales encontraron a una joven desalineada dentro de un coche averiado durmiendo.
La adolescente, ahora conocida como la “niña lobo”, había sido arrebatada de la sociedad desde temprana edad, perdiendo así todas las habilidades sociales que se consideran normales en una menor de su edad. Su retorno a la civilización, aunque necesario, es solo el comienzo de un nuevo capítulo en su vida como volver a nacer. Pronto, cumplirá los 18 años de edad y se enfrentará a un mundo desconocido al mundo que ella solía vivir.
La historia de la “niña” destaca una realidad compleja para nuestra sociedad: la existencia de los llamados “niños salvajes”, aquellos que, por diversas razones, crecen aislados de la sociedad humana. Algunos porque son abandonados, otros porque fueron secuestrados, pero todos comparten una misma experiencia de vida extraordinaria.
Estos casos, más allá de su fascinación por lo inusual, despiertan el interés de los científicos. Ofrecen una ventana única para comprender cómo moldea el entorno el comportamiento humano y hasta qué punto contamos con habilidades innatas.
Además, la rehabilitación de estos niños podría arrojar luz sobre nuevas formas de aprendizaje, especialmente para aquellos que enfrentan desafíos como los trastornos del espectro autista.
La historia de la “niña lobo” nos recuerda que, en un mundo lleno de maravillas y peligros, aún hay mucho por descubrir sobre la naturaleza humana y el impacto del entorno en nuestro desarrollo que bien podemos desarrollarlo o simplemente perderlo. Agencias