El jesuita boliviano Osvaldo Chirveches, ex alto cargo de la orden en el país latinoamericano y encargado de la delegación contra los abusos eclesiales de la congregación, respondió tajante ante la pregunta de si la Compañía de Jesús supo que el cura español Alfonso Pedrajas, alias Pica, abusó de decenas de niños durante décadas en Bolivia: “No teníamos noticia”, señala el informe del diario El País.
Chirveches mintió. Así lo demuestran documentos internos que señalan que desde los años ochenta hasta el 2019 la cúpula de poder de los jesuitas recibió denuncias contra Pedrajas y al menos otros dos religiosos por pederastia, Lucho Roma y el también catalán Luis Tó, fallecido en 2017.
Al menos otros tres jesuitas declararon durante esta investigación que el caso de Tó era un caso muy conocido en la orden desde hacía años.
“Es un encubrimiento institucionalizado”, dice uno de estos interrogados que, además, revela que en 2008 firmó una carta interna junto a otros 13 jesuitas para enviar a los superiores y donde denunciaban, entre otras cuestiones, el escándalo de los abusos. “Existen casos aislados de alcoholismo, pedofilia e independencia económica que preferimos encubrir o ignorar con tal de ahorrarnos el problema, en lugar de intentar ser parte de la solución”, aparece en la copia de la misiva adjunta al interrogatorio.
Otro de los interrogados fue Francisco Pifarré, jesuita español que hoy está acusado de abusar de menores en los años noventa en Cochabamba. Fue compañero de Lucho Roma y también de Pedrajas. En sus declaraciones afirma que la pederastia era una cuestión habitual en los 80. “Si había una denuncia contra un sacerdote, se actuaba separándolo de los niños. Se hablaba con el superior y se procuraba que no tengan más relación con niños, pero que fuera un delito que pudiera ir al ámbito judicial, no se consideraba así. (…) Antes era una cosa natural”, declaró el jesuita.
Pifarré también se inculpa de encubrir estos delitos. “A mí se me puede acusar de haber ocultado. Si se me aprieta un poco, caemos muchos″. Pifarré argumenta que la pederastia eclesial es una cuestión que debe gestionarse internamente y evitar que salga en la prensa. El notario que firmó su interrogatorio fue Ignacio Suñol, religioso que a finales de 2019 sería nombrado provincial como sucesor de Chirveches.
Pese a esta confesión la orden no abrió una investigación contra Pifarré por encubrimiento. Pero tampoco lo hizo para abordar los casos de abusos que habían aflorado gracias a la investigación contra Lucho Roma. Es más, desoyó los consejos de los inspectores eclesiásticos que dirigían la investigación contra Roma.
En abril de 2019, teniendo conocimiento de estos nuevos casos, enviaron un correo electrónico a Osvaldo Chirveches, al que ha tenido acceso este periódico, en el que le subrayaban que la Compañía no estaba abordando varias cuestiones “pendientes”. Entre ellas, destacaban que existían “un elenco de casos probables” y que era “necesario conocer los casos de abusos del pasado y del presente para saber la magnitud del fenómeno”.
Chirveches y sus sucesores, como prueban estos documentos, supieron de estos delitos desde 2019, no hicieron nada y no admitieron que sabían de su existencia cuando se les preguntó hace un año.
Las víctimas que siguen con sus vidas, se mantienen a la espera de justicia ante los daños sufridos. Agencias