Aún era un niño cuando sus padres le regalaron su primer “Lamborghini”, un auto rojo de colección que se convirtió en uno de sus tesoros más preciados, sin imaginar que varios años después ese juguete se volvería real y lo construiría con sus manos.
Kevin Escobar Saravia tiene 28 años y es ingeniero comercial, está casado y tiene dos hijas. Es una persona con fuertes lazos familiares gracias a sus padres que hasta la actualidad son su apoyo y fortaleza. Es así, que lo impulsan a continuar su sueño.
EL ENCIERRO UN IMPULSO
Kevin contó a LA VOZ que el año pasado cuando se cumplía el confinamiento estricto por la pandemia el empezó con su proyecto, ya que al no poder salir tenía bastante tiempo.
El sueño que inició cuando era niño se convirtió en un proyecto, le comentó a su esposa que soñaba con tener su propio vehículo deportivo, aquel con el que se divertía en su infancia, pero el costo estaba por encima de los 400 mil dólares, era inaccesible para él. “Pensaba yo necesito ese auto y se me vino a la cabeza ‘porque no construyo el mío’ le dije a mi esposa lo hare con mis manos “, recordó.
UN AÑO Y OCHO MESES
Desde esa noche de marzo del pasado año ya ha transcurrido un año y ocho meses y Kevin está cada vez más cerca de ver su sueño realizado, ha sido un largo camino, pero en todo ese tiempo “jamás pensó en desistir”.
Comenzó fabricando un modelo en tamaño real de cartón, aprovechó el confinamiento del 2020, su taller fue la sala de su casa, cuando ya estaba terminado invitó a sus papás para que vean su obra. Estos quedaron sorprendidos por el tamaño, pero creían que era un juguete hasta que Kevin se subió al auto. “Tuvieron una reacción linda se emocionaron, quedaron sorprendidos y me brindaron todo su apoyo”, contó.
El trabajo en cartón tampoco fue fácil ya que pretendía llegar a las medidas exactas, tuvo varios errores e incluso rehízo y empezó de cero el vehículo en tres ocasiones. Fue un proceso tedioso y cansador, pero logró su objetivo y al finalizar contaba con lo que sería el “molde para el Lamborghini de verdad”.
La inversión exacta la desconoce pues de a poco va invirtiendo en cada detalle, pero empezó con 6 mil dólares que los tenía ahorrados, los destinó a comprar un TOYOTA TRUENO, que fue totalmente desmantelado. “Asumí el riesgo sin saber que lo iba a poder completar en el proceso, lo desmantele y me arriesgue a perder ese dinero, pero mi convicción me llevó a descubrir mil cosas”, expresó.
DE AUTODIDACTA A YOUTUBER
Todo lo aprendido por Kevin fue a través de tutoriales en Youtube, pero incluso tuvo que darse modos porque estaban en chino o hindú; sin embargo, esto no fue un impedimento para él.
Lo primero que aprendió fue a hacer los planos en 3D, después la fibra de vidrio y a soldar. Las conexiones eléctricas se las debe a su papá que es ingeniero electrónico, si bien, no se especializó en automóviles sus conocimientos ayudaron a ir dando vida al proyecto.
Kevin quiere impulsar a todos los amantes de los automóviles a que cumplan sus sueños y construyan sus propios vehículos, por ello, abrió hace tres meses su canal de YouTube donde da tutoriales en castellano para todos los hispanohablantes. Ya tiene más de 12 mil suscriptores.
UNA MARCA PROPIA
El Lamborghini es el inició de muchos proyectos y sueños para Kevin, la construcción del automóvil le abrió un abanico de posibilidades. No solo los bolivianos están ansiosos por ver el deportivo terminado, sino sus seguidores de México, Panamá e incluso Sudáfrica todos estos le plantearon que vaya a esos países para dar talleres; no obstante, ya lo hace de forma virtual de “Cochabamba para el mundo”.
Ya no hay nada que detenga a este cochabambino que anhela tener su propia marca de autos deportivos y generar desarrollo en el país. Kevin tiene diseñados algunos modelos de vehículos que son su creación y espera algún día que Bolivia tenga su primer súper-auto deportivo.
“Siento que con todo lo que he aprendido puedo hacer cualquier cosa, si me mandan a hacer un avión lo hago, es el comienzo, ya tengo diseños de autos y mi sueño es lanzar una marca propia”, finalizó. (Priscila Pinell).