Para el Barcelona fue la derrota más dura de toda su historia. Porque sucedió en una instancia decisiva de un torneo como la Champions League, el máximo certamen de clubes en Europa. También porque significó el partido más doloroso para Lionel Messi en toda su carrera, incluso por encima de aquel que protagonizó con la selección argentina en la altura de La Paz contra Bolivia, cuando el conjunto del altiplano superó al equipo de Diego Maradona por 6-1.
Si lo fue para los jugadores y la directiva, el mal momento que vieron por TV también afectó a los fanáticos de la institución catalana. Fue por eso que, en la llegada del plantel y del resto del staff a la ciudad, varios aficionados increparon y señalaron a los futbolistas y a la dirigencia que encabeza el presidente Josep Maria Bartomeu como los máximos responsables de una catástrofe deportiva sin precedentes para uno de los clubes más importantes del fútbol mundial.
Después de aterrizar en el Aeropuerto de El Prat, toda la delegación se dirigió en tres buses a la Ciudad Deportiva de Sant Joan Despí. Allí los esperó un grupo reducido de simpatizantes que señalaron a los micros, insultaron a los protagonistas e instalaron tres pancartas con duros mensajes tras la eliminación en manos del Bayern Múnich en los cuartos de final. “Directiva y jugadores, la vergüenza de 121 años de historia”, citó uno de los carteles que se pudieron ver en las afueras del búnker barcelonista.
De las dos restantes, una de ellas mostró un mensaje muy crudo: “Fuera mercenarios”, en clara alusión al plantel encabezado por Lionel Messi. La restante pancarta tenía el título de “Menos lujo y más orgullo”. Frente a este escenario, los jugadores del Barcelona tomaron la decisión de salir por la puerta de atrás del predio para no cruzarse con los manifestantes.
Los únicos dos representantes del equipo que salieron por la entrada principal fueron Eder Sarabia, principal ayudante de campo del entrenador Quique Setién, y Guillermo Amor, actual director de relaciones institucionales y deportivas de la institución. Fue justamente Amor el que, cuando salió del predio, se cruzó con un aficionado que lo increpó.
A la espera de lo que sucederá en las próximas horas con la reunión de urgencia que convocó el presidente Bartomeu para decidir el futuro del entrenador, al parecer, el mundo Barcelona pide cambios a gritos. Al menos así lo comunicó uno de los referentes del equipo, Gerard Piqué, minutos después de perder 8-2 contra el equipo alemán en Lisboa. “Una sensación nefasta, vergüenza es la palabra. No se puede competir así, no se puede ir por Europa así. Ya no es la primera ni la segunda ni la tercera vez. es muy duro. Espero que sirva de algo. Ahora, a reflexionar todos”, dijo el defensor de 33 años.
“El club necesita cambios y no hablo ni del entrenador ni de los jugadores, no quiero señalar a nadie. Creo que estructuralmente el club necesita cambios de todo tipo, nadie es imprescindible. Yo soy el primero que me ofrezco: si tiene que venir sangre nueva y cambiar esta dinámica, soy el primero en irme porque creo que ahora sí hemos tocado fondo. Todos tenemos que mirar, reflexionar internamente y decidir qué es lo mejor para el Barcelona, que es lo más importante”, agregó una pieza clave de una época triunfal del Barcelona que parece ya quedó en el pasado.