El mundo la conoció como la «Baronesa del hielo»: Estíbaliz Carranza, una mujer hispano-mexicana de 36 años, se ganó ese apodo -así como el de la «Asesina de la heladería»- porque en 2008 y 2010 mató a dos hombres, los desmembró y los escondió en el sótano de su heladería «Schleckeria» ubicada en un sector residencial de Viena, Austria.
Actualmente ella cumple una condena de cadena perpetua en una institución mental en Austria por los asesinatos de su exmarido, Holger Holz, y su amante, Manfred Hinterberger.
«No estoy buscando que me entiendan o me perdonen», se puede leer en el libro titulado «Mis dos vidas, la verdadera historia de la Baronesa del hielo».
EL SÓTANO DE LA MUERTE
La historia había comenzado en 2008, cuando después de una discusión, Carranza le disparó con una escopeta a Holz, quien era su exmarido en ese momento, cuando éste estaba sentado en el computador.
El motivo de la disputa entre ambos había sido la devolución de un dinero que Holz le había prestado a Carranza para que ella abriera su heladería.
Tras cerciorarse de que estuviera muerto, lo descuartizó con una sierra eléctrica, mezcló los pedazos con cemento y los escondió en una nevera ubicada en el sótano de su casa, donde también tenía su negocio. Y siguió su vida. A los conocidos y amigos les contó que su exmarido la había dejado allí y se había marchado a India.
MODUS OPERANDI
Dos años después, Carranza, a quien sus vecinos y las autoridades describieron como una mujer atractiva y muy simpática, conoció a Hinterberger, un representante de máquinas para heladerías, que la visitaba con regularidad.
SANGRIENTO ASESINATO
Después de una discusión por dinero, Hinterberger se fue a la cama y en la placidez del sueño, Carranza le disparó con la misma escopeta que asesino a su ex marido. Después lo llevó hasta el baño, lo descuartizó con la sierra eléctrica y mezcló los pedazos con cemento. Pero esta vez no todo cupo en la nevera, que ya estaba ocupada con los restos de su anterior víctima. Entonces guardó un pedazo en la arena del gato, para evitar que el hedor la delatase.
De nuevo cuenta a los demás la misma historia: el amante que la abandona para irse a vivir a Tailandia. Sin embargo, en junio de 2011, un grupo de albañiles que trabajaba en la reparación de un local vecino debió ingresar al sótano de la heladería y debido al olor putrefacto descubrieron el horror que allí se escondía cuando abrieron la nevera. También encontraron su agenda y el arma con el cual había acribillado a su exesposo y su amante.
EL LIBRO DE LAS CONFESIONES
«Yo asesiné a dos hombres que alguna vez amé», escribió Carranza. «No hay manera de maquillar esto, de ponerlo bonito: yo le robé dos hijos a sus madres», también se puede leer.
Otra frase importante del libro por su impacto es: «Yo creía que tenía que servir a los hombres, sin importar cómo ellos me trataran». Frente a Hinterberger, Carranza admite que sufría una suerte de parálisis emocional cuando trataba de expresarle su deseo de separarse.
«Yo no podía decir no. No podía. No había forma de terminar con él». Afirma que ella convirtió a sus víctimas en «monstruos y finalmente ellos me transformaron en una bestia».
El editor del libro, Bernhard Salomon, le dijo a la BBC que Carranza no recibirá ningún dinero por la publicación del libro.
EMBARAZADA
La editorial dio a conocer un pequeño resumen del libro, que inicia en el momento en que Carranza se entera de que está embarazada pocos días antes de su captura. Allí describe cómo espera que sus crímenes nunca sean descubiertos y su esperanza de tener un futuro feliz.
Pero días después, los albañiles encuentran los restos de sus víctimas. En su fuga para evitar a las autoridades austríacas, Carranza logró llegar hasta la ciudad italiana de Udine, ubicada a 480 kilómetros de Viena. Pero allí fue delatada por un músico callejero que le había ofrecido ayuda. El 2012, la psiquiatra Adelheid Kastner afirmó que era muy probable que si Carranza era puesta en libertad pudiese cometer un crimen de nuevo. Agencias