La ira de una ciudad devastada y de todo un país, también en medio de una crisis política y económica desde hace meses, se disparó frenética ayer con acciones sin precedentes en las manifestaciones antigubernamentales.
Los manifestantes irrumpieron y ocuparon la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores, en el corazón de una Beirut, golpeada por la terrible explosión del martes pasado.
Otros manifestantes “colgaron” un muñeco del líder de Hezbolá, Hasan Nasrallah, a un falso patíbulo erigido la emblemática Plaza de los Mártires.
En la violencia callejera, un policía murió y hubo al menos 150 heridos, según reportes de la prensa.
Mientras, el primer ministro Hassan Diab habló en un lacónico discurso televisivo, lanzando a sus propios aliados gubernamentales de un “ultimátum” de dos meses y hasta evocó eventuales elecciones anticipadas si no llega una solución.
“Estoy listo para asumir la responsabilidad por los próximos dos meses hasta que los partidos no encuentren un acuerdo sobre la próxima etapa. El lunes propondré al Gobierno elecciones anticipadas” dijo Diab desde Serraglio, la sede gubernamental que domina la zona del Parlamento y la Plaza de los Mártires, escenario de una verdadera guerrilla urbana este sábado. Diab invocó “el momento de la responsabilidad colectiva.
“Queremos una solución para todos los países libaneses”, dijo el premier, y prometió, como ya lo hizo días anteriores, “que pronto emergerá la verdad” sobre la explosión del martes pasado.
En ese desastre, murieron más de 150 personas, mientras 5 mil resultaron heridas y 300 mil permanecieron sin casa.
En lo que parece ser un punto de inflexión, los manifestantes en la plaza expresaron su ira también, y sobre todo, contra el líder de Hezbolá pro iraní, Hasan Nasrallah, considerado por la comunidad chiíta libanesa y de Medio Oriente como un líder político y religioso “intocable”, principalmente debido al hecho de que es un “sayyid”, un descendiente del profeta Mahoma.
La escena del maniquí de Nasrallah “colgado” en un ficticio patíbulo en la Plaza de los Mártires desencadenó la esperada reacción de centenares de seguidores de líder, quienes, desde el vecino barrio de Zoqaq al Blatt, intentaron ir hacia la plaza, pero fueron detenidos por un cordón de militares.
En los mismos momentos, en el corazón de Ashrafiye, uno de los barrios de Beirut más golpeados por la poderosa explosión del pasado 4 de agosto, decenas de activistas conducidos por un puñado de veteranos del Ejército asaltaron la sede del Ministerio de
Exteriores, considerado desde hace un tiempo un feudo del partido del presidente de la república, Michel Aoun, y de su yerno, el exministro Gibran Bassil.
Los atacantes derribaron la puerta sobre las antiguas escaleras de piedra y arrancaron fotos de la pared de Bassil y de Aoun, aplastándolas contra el suelo, golpeándolas, escupiéndolas y profiriéndoles comentarios ofensivos.